Maratón, Capítulo 3.

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Capítulo 3. Adiós, Londres; Adiós, ¿pasado?

Bajé del coche y me dirigí hacia la entrada. Cogí unas llaves que había escondidas en una maceta y me dispuse a entrar. Al abrir la puerta me envolvió ese olor al perfume de mi madre mezclado con menta. Muchos recuerdos me vinieron a la cabeza y empezaron a brotarme las lágrimas sin cesar, pero esta vez de nostalgia, de los momentos que nunca se volverán a repetir, pero que han sido únicos.

Después de dar un corto paseo por la casa, me tropecé y me choqué con un cuadro gigante, que al parecer era mi tátara tátara tátara abuelo, cuando me di cuenta de que había un doble fondo, una puerta. ¿Cómo he podido vivir aquí y ni si quiera me diera cuenta de esto? Abrí la puerta despacio encontrándome con unas escaleras que daban paso a un sótano, y sin más bajé. Encendí una luz y se iluminó toda la habitación.

Había cientos de fotos, pero esos no eran mis padres, ni mi hermana… ¿Qué pasaba aquí? Estaba muy confusa. Vi una cómoda con cartas, ¿Pero que es todo esto? Cogí una carta, y esta decía:

Por favor, cuidad de Selena- un momento, ¿Cómo que Selena?- pero ya sabéis, tened mucho cuidado de que no os pille el otro bando, si no estáis muertos. Con mi hija os he enviado a Lara, una niña que adopte, para ya saben, parecer una familia de verdad, con esto os envío mi número de teléfono, por si necesitan contactar con migo. Si tenéis algún problema no dudéis en llamarme. Por cierto, apunten a Selena a defensa personal, solo por si acaso y por lo demás no se preocupen, ya nos encargaremos nosotros.

¡Qué diablos pasa aquí! Espera…  ¿Mis padres no son mis padres? ¿Ni mi hermana mi hermana? ¿Defensa personal? Sí, he estado toda mi vida en Kárate, Judo y boxeo pero… ¿por si algún día pasa algo? No entendía nada. Cogí todas las cartas por si me pudieran servir de algo en un futuro, unos folletos que había encima de una mesita y unos números de teléfono que había apuntados en un papel, una pequeña cajita de madera y me dirigí hacia el coche. Estaba muy enfadada y decepcionada. ¿Toda mi vida había sido una mentira? ¿A Lara también la tuvieron engañada? ¿Todos esos recuerdos eran falsos? Lágrimas de impotencia salían de mis ojos, no podía creerlo.

jugando con mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora