Re-evolución (Capítulo 7)

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_ ¿Hace cuanto tiempo que no caes enfermo? -dijo Naomi-

 _ No lo recuerdo exactamente.-contesté- De pequeño tuve problemas cardíacos, creo recordar. Me administraban unos aerosoles, y una vez al año pasaba revisión. Pero eso fue hace mucho tiempo.

 _ ¿Problemas cardíacos? ¿Alguna vez has sufrido algún ataque? No. Seguro que no.

 _ No sé; hace muchos años de eso, mis padres me acompañaban a las visitas al doctor, y traían las medicinas a casa. Pero no recuerdo mucho más.

 _ Exacto, tus padres. Fallecieron hace un par de años. Lo siento mucho. Eran buenas personas, te querían mucho.  Lamentamos mucho su pérdida.

 _ ¡Un momento! ¿Los conocías? -dije muy alterado-

 _ Quiero que veas algo Leo.

 La doctora empezó a toquetear en su tablet, y me lo pasó. En la pantalla un video esperando a reproducirse. Pulsé “Play”. Entonces me quedé congelado. La imagen de mi padre apareció en el mismo. Parecía mucho más joven que la última vez que estuve con él, fue justo antes de salir de casa, el día del accidente, jamás lo volví a ver...

 En su cara una sonrisa. Parecía alegre. La calvicie hacía mucho tiempo que hizo mella en él, y sus ojos azules me transportaron a aquellas tardes de verano, en la puerta del garaje de casa, jugando a baloncesto. Unas tímidas lágrimas se deslizaron por mi mejilla. Comenzó a hablar.

 "Hijo, lamento mucho no poder decirte esto en persona. Pero si estás viendo este video, es porque hemos tenido que dejarte. Seguro que estás completamente perdido, no sabes que está pasando. Voy a intentar ayudarte a eliminar las dudas que nublan tu camino.

 Desde pequeño ya eras muy especial. Sabes que te encontramos en España, durante nuestras vacaciones, un bebe abandonado en un pueblecito de Granada. Solo, y llorando como si el mundo se fuera a acabar. Nos enamoraste desde ese mismo instante. Luchamos por tu custodia, fueron dos años muy difíciles. Pero por fin lo logramos. Y llegaste a casa.

 Nuestra sorpresa nos cogió sin previo aviso, a los pocos días de tu llegada. Unos señores del gobierno, contactaron con nosotros para informarnos que eras especial, que no eras como el resto de los chicos. Eres único Leo. Nadie en el mundo es igual que tú. Nosotros al principio nos asustamos, claro. Pero los doctores nos explicaron que no teníamos nada que temer. Tenías un don hijo. Según nos explicaron, eres capaz de asimilar cambios en tu cuerpo, que te podrían hacer más inteligente, más veloz, más fuerte que ningún otro chico. En un futuro podrías evitar guerras, desarrollar medicamentos, salvar vidas, todo lo que te plantearas. Pero primero necesitabas formarte como persona. Esa fue nuestra condición.

 Queríamos educarte lo mejor posible. Tenías que estudiar, crearte unos valores adecuados. Queríamos que disfrutaras de una vida normal, alejado de laboratorios y médicos. Queríamos que la decisión fuera tuya.  Por eso decidimos que solo y únicamente solo cuando tuvieras veinticinco años, se pusieran en contacto contigo. Ahora ha llegado el momento, es tu decisión. Puedes quedarte, trabajar en tus habilidades y ayudar a tu país o puedes irte a casa. Elijas lo que elijas, me harás sentir orgulloso. Sabes que te queremos. "

 Y el video acabó con papá dando un beso a la cámara.

 _ Bien, -dijo Naomi- si aceptas entrarás a formar parte de la élite de nuestros agentes. Serás entrenado por lo mejores, para ser el mejor. Te convertirás en la punta de lanza de nuestra agencia, el más completo agente que jamás haya conocido la historia de este glorioso país. ¿Estás dentro?

 _Sí.

 _Bien, el programa de entrenamientos comienza en dos horas. Steve te acompañará a tu habitación y ten enseñará el recinto de entrenamiento. Come algo, el día va a ser largo.

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