Re-evolución (Capítulo 10)

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Abrí los ojos. Todo era blanco, como la nieve en invierno… Un fuerte dolor me recorría desde la espalda hasta la nuca.

 Un niño. Mi arma. El odio en su rostro.

 _ ¡Estás muerto!-dijo Steve sonriendo- Agarra mi mano. Casi lo consigues, te felicito.

 _ ¿Pero qué ha pasado?  ¿Me han disparado?

 Steve comenzó a reír a carcajadas. Me comentó que utilizaban una especie polímero de caucho como munición para los entrenamientos, balas de goma. La sangre, el humo, los muertos, eran todos espejismos generados desde la sala de control. Eso sí, tendría un moratón que me duraría semanas en la espalda. El dolor que sentía me hacía recordar constantemente la cara de aquel niño.

 _ En una misión real, no puedes dejar nada al azar, tienes que controlarlo todo-dijo-. Primera lección aprendida.

 _ ¿Que debería haber hecho? Matarlos. A una mujer y a un niño de no más de seis años totalmente desarmados-contesté indignado-.

 _ Cuando entres en acción tendrás que lidiar con decisiones difíciles. De estas,  pueden depender tu misión, la vida de tu compañero o incluso tu propia vida. Yo no abogo por ir matando niños; pero tienes que tener presente todos los puntos de vista. Lo correcto en esta situación era inutilizarlos; bien encerrándolos en la habitación, o bien atándolos de pies y manos. Hay que improvisar en la medida de lo posible, adaptarse a cada encontronazo, saber detectar cualquier amenaza y neutralizarla antes de que pueda afectarte. Hoy has aprendido una dura lección. Por suerte era solo un entrenamiento, pero no la olvides jamás.

_ Pero… la mirada que me lanzó me dolió mucho más que el disparo. Había matado a su padre, quizás a familiares suyos, a sus amigos. El chico solo quería verme muerto, acabar conmigo.

 _ Tienes que saber algo. Matar a alguien es muy fácil. Solo es apretar el gatillo del arma. Cualquiera lo puede hacer. Lo realmente complicado es lo que viene después. El aceptar que le has quitado la vida a alguien, que no podrá volver a hablar, a soñar, a respirar, a vivir. Y solo si sabes que tus razones son poderosas, podrás lidiar con ello. Si no, estarás perdido. Muerto por dentro. Pero no te agobies tanto. Volvamos a control. Seguro que les has impresionado.

 Fuimos caminando por la sala de entrenamiento. Todo estaba como si no hubiera pasado nada. El blanco era puro nuevamente. Anduvimos algunos kilómetros  hasta que alcanzamos la entrada a la sala de control. Desde la entrada no se me hizo que  la SEA   (Sala de Entrenamiento Artificial) como me dijo Steve que la llamaban, fuera tan enorme; no dejaba de sorprenderme. Por fin llegamos a la puerta y entramos.

 _ Debo felicitarle, Leo. Nos ha sorprendido. –Dijo Naomi-. Pero quiero que tenga presente que la misión ha sido un fracaso. En un campo de batalla real, hubiera perecido.

 _ Gracias -contesté- No volverá a pasar.

 Comenzamos a dejar todo el equipo que nos sobró en la sala de control.  Los técnicos encargados de manejar SEA no decían nada. Estaban totalmente enfrascados en los datos recogidos. Parecían sorprendidos, incluso alguno me lanzó una tímida mirada. Nadie dijo nada.

 _ Vuelve a tu habitación, date una ducha y come algo. Pasaré esta noche a visitarte.

 Acepté sin más y después de despedirme de Steve, abandoné la estancia para dirigirme al ascensor. Bajé a mi dormitorio.

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 _Nunca nadie había llegado tan lejos en su primer acercamiento a combate real. Sus datos son sorprendentes.

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