Aoita

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—¡fue un gran live! – grito Ruki bastante alegre
—Si…hace mucho que nos divertíamos así — agrego Reita mientras limpiaba el sudor de su frente
—Haaa no quiero hacer nada como por un mes – Dijo Kai mientras se arrojaba al sofá que estaba en el camerino
— Ya cállense, me duele la cabeza – decía Uruha quitándose los aretes.

El camerino estaba lleno de sonrisas y risas, uno que otro chiste y recuerdos de anteriores lives, después de los lives solían relajarse antes de que el empezara…y por “el” se referían a Aoi.
Y hablando del rey de Roma, Aoi entro en el camerino y todos dejaron de hablar y se sentaron. El ambiente se hizo pesado y ya nadie se atrevía a hablar, la mera presencia de Aoi los hacia poner nerviosos.

— Reita, ven conmigo – dijo Aoi mientras dejaba su guitarra en el sofá
—Pero…yo – titubeo el rubio – me duele la cabeza no creo que…
— Cállate, no me importa cómo te sientes. Simplemente tú vienes conmigo y se acabó.

Aoi lo miro con el ceño fruncido y salió del camerino, Ruki, Kai y Uruha miraron a Reita con temor. La rutina se iba a repetir una vez más. Reita respiro profundamente y fue detrás de Aoi, fuera de este las personas del staff no sabían lo que ocurría entre los gazettos e ignoraban lo que ocurría. Los asuntos personales de los gazettos no les incumbían.

Aoi y Reita llegaron a otro camerino, pero este era más privado y cómodo: tenía una cama, baño privado y un pequeño refrigerador, y con eso el camerino también era a prueba de sonido. Reita entro después de Aoi y se quedó parado frente a la puerta.
—Cierra la puerta con seguro – ordeno Aoi mientras se sentaba al borde de la cama, Reita obedeció la orden de Aoi y al cerrarla sus manos empezaron a temblarle
—¿Por qué yo hoy? Dijiste que me dejarías de usar…estaba aliviado por eso…pero parece que me mentiste – dijo Reita en baja voz, como si hablar más alto fuera prohibido
—Nunca dije algo así, no quiero hablar de eso ahora. Sabes perfectamente que debes hacer cuando cierras la puerta, no soy paciente así que empieza.

Reita trago saliva, su cuerpo empezó a temblar y la mirada penetrante de Aoi lo hacía asustar un poco. Con lentitud empezó a bajar la cremallera de su chaqueta y la arrojó al suelo, seguido de esto se quitó la camisa que traía, dejo esta sobre la chaqueta y ahí se detuvo.

—No quiero…no quiero esto – susurro Reita mientras levantaba su mirada lentamente

Aoi soltó una pequeña risita mientras se ponía de pie, lentamente se acercó a Reita y golpeo la puerta con su puño haciendo que Reita se acurrucara en el suelo.

—Quítate el pantalón, ahora. – ordeno Aoi – si no obedeces te pasara lo mismo que a Uruha ¿lo recuerdas? – Reita trago en seco – Uruha no me obedeció y termino con quemaduras de segundo y primer grado en todo su pecho y espalda, moretones causados por látigos, mancuernas, palmetas y mis manos, chupones y mordidas a lo largo de sus brazos, te haré eso a ti y más si no obedeces.

Reita estaba asustado ahora, Uruha estuvo en shock durante dos días y durante esos días se encerró en una habitación, no quiso comer ni beber nada y varias de sus heridas se habían infectado y estuvo tres días en el hospital, Reita se mordió los labios con fuerza mientras cerraba los ojos, ya no podía hacer otra cosa, solo obedecer.

Bajo sus manos al botón de su pantalón y lo quito, bajo el cierre de esta prenda, con lentitud empezó a bajárselo quedando solo en ropa interior, Aoi sonrió por el acto de su compañero y regreso a la cama donde tenía una caja de cigarrillos, saco uno y lo encendió dándole solo un par de caladas y apago.

—Buen chico, ahora se buen perro y quítate la ropa interior y ponte en cuatro – ordeno el pelinegro mientras sonreía de manera burlona.

Reita levanto la mirada con temor, quería tirarse a llorar y gritar pero hacer escandalo era mucho peor, el rubio se levantó del suelo lentamente y le dio la espalda a Aoi, ya sus ojos estaban llenos de lágrimas pero se negaba a dejarlas salir, llevo sus manos hasta el elástico de la ropa interior y lo bajo con lentitud hasta sus tobillos, seguido de esto se arrodillo y luego coloco sus manos en el suelo quedando en la posición que Aoi le había pedido.

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