El cuerpo de Uruha colgaba de unas cadenas conectadas al techo del apartamento de Aoi, estaba agarrado por las muñecas con unos grilletes demasiado apretados, los dedos de sus pies apenas rozaban el suelo, quizás llevaba colgado así medio día y por si eso no era suficiente, en el interior del castaño se movía un vibrador a toda potencia.
El cuerpo del castaño estaba bañado en sudor y por sus piernas se deslizaba el semen que poco a poco fue creando un pequeño charco en el suelo, había olvido las veces que se había venido y desmayado.
Reacciono un poco al escuchar que la puerta del apartamento fue abierta y cerrada con llave.
Su pesadilla estaba de vuelta.
—¡ya estoy en casa! – canto Aoi alegremente mientras entraba a la habitación donde estaba el castaño – whoa…te has venido mucho.El Pelinegro se acercó más al castaño y soltó los grilletes que sostenían a Uruha, este cayó al suelo de inmediato, no era capaz de moverse, sus brazos dolían muchísimo y sus piernas estaban acalambradas, Aoi rio bajito mientras se agachaba para acariciar el cabello del castaño con delicadeza.
—Que hermoso eres Uruha, tu cuerpo esta tan limpio y libre de imperfecciones, déjame ensuciarte y acabar con tu perfección — susurro Aoi provocando que las lágrimas empezaran a salir más.
Aoi tomo a Uruha por el cabello, arrastrándolo hasta otra habitación, el castaño trataba de poner resistencia, le gritaba y rogaba que se detuviera pero el corazón era de hielo y su mente una fortaleza impenetrable, nadie lograría detenerlo.
La habitación principal, su sala de juegos, el salón de torturas según Uruha.
¿Quién pensaría que detrás de esa hermosa sonrisa y de esa actitud infantil se escondería la mente más perversa y macabra?
El cuerpo de Uruha fue lanzado con fuerza a la cama, el pelinegro giro a Uruha para que quedara boca abajo, todo había sido preparado de ante mano.
Al bode de la cama había una cuerda roja, el pelinegro agarro esta y ato las manos de Uruha contra la cabecera de la cama, el agarre fue fuerte, lo suficiente para dejar marcas inmediatas en las manos.
—Empieza a contar – susurro el mayor
—¿Qué? —Antes de poder algo más la espalda de Uruha fue azotada con un látigo.
—Te dije que cuentes – repitió Aoi.
Uruha ya había empezado a llorar, apretaba sus manos, buscaba poder aferrarse a algo…o a alguien.—Uno...
Aoi sonrió al escuchar la voz de Uruha, obedeciéndole. El látigo volvió a golpear en la espalda del castaño
—¡dos!
Golpe
—¡tres!
Dos más
—¡cinco! ¡detente! ¡duele!
Gran error Uruha, solo se te pidió que contaras, no podías decir nada más.
Los golpes se hicieron más fuertes, dejándole marcas de manera inmediata y algunas de estas marcas sangraban, el castaño contaba mentalmente los golpes en su espalda. ¿Cuándo se detendría? Había perdido la cuenta varias veces y el dolor solo nublaba la mente de Uruha.
—¿Cuántos fueron? — pregunto Aoi arrojando el látigo al suelo
— Tre…treinta y seis — susurro Uruha mordiendo sus labios.El pelinegro se puso de pie, se desnudó lentamente y se paró detrás del castaño, se encimo en Uruha empezando a besar detrás del cuello de este, bajando por su espalda, tocando las heridas, lamiéndolas y mordisqueándolas un poco, provocando que gritara por el ardor.
Aoi dejo la espalda del castaño en paz, puso sus manos sobre los brazos de Uruha apretándolos con fuerza, era doloroso, Aoi era demasiado fuerte, lo suficiente como para partirle los huesos, idea que aterraba a Uruha y en ese momento sintio que una de sus manos estaba floja, la cuerda se había desatado un poco.
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DOMINANCE
Random"Entre mas doloroso, mas placentero es" Los mejores secretos se guardan en grupo.