Traición

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Traición.

La mejilla Héctor quedó parcialmente aplastada contra el cristal de la ventana cuando un trompetista le apoyo su instrumento sin querer en el rostro, arrancándolo de uno de los pocos descansos desprovistos de sueños que había tenido durante casi tres años.

El moreno se dejo ir un gruñido y se acomodo en el asiento, tratando de ignorar al trompetista y a sus muchos otros compañeros de profesión quienes, ignorantes de su estado, conversaban, reían o hacían ruido al practicar con sus debidos instrumentos.

Condenados músicos, pensó Rivera fastidiado.

Mientras miraba distraído por la ventana del tren en un intento por distraerse de todo aquel escándalo, Héctor recordó cuando era más joven y la música, contrario a su actual situación, lo había llenado de alegría.

Desde que había descubierto sus dotes para cantar y tocar la guitarra cuando era pequeño, la música había sido su pasión, su medio para expresarse, su refugio ante las penas cuando sentía que estaba solo y el mundo se le venía encima.

Sí, la música había sido uno de sus grandes amores hasta que el malnacido de Ernesto de la Cruz, ese hombre a quién consideraba su mejor amigo; casi hermano desde niños, le había dado una puñalada por la espalda, traicionándolo y manchando su reputación como compositor al quedarse con el crédito de todas y cada una de las canciones que había escrito mientras se encontraban de gira, buscando un productor que los llevara a la fama.

Aún recordaba la fuerte discusión que sostuvo con su antiguo compañero y mejor amigo cuando le comunico que se marchaba para ver a la familia.

—¿Te vas a ir estando tan cerca de lograr nuestro sueño? —había preguntado Ernesto al mirarlo empacar.

—Quiero ver a mi familia, Ernesto. Los extraño —respondió el compositor—, ódiame si quieres pero ya tome mi decisión. Ellos son lo primero y seguro que puedes seguir adelante tú solo.

—Sin tus canciones no lo conseguiré —alegó el cantante mirándolo con una leve suplica en los ojos.

—Perdóname —murmuró Rivera— pero regresaré a Santa Cecilia.

—Si te vas, déjame despedirte como se debe —propuso tomando una botella de tequila y dos vasos—, un último trago entre amigos.

Héctor no recordaba nada luego de aquel brindis. Había despertado en medio de la calle, solo y con su guitarra y su cuaderno de canciones desaparecidos, pensando que quizás se le habían caído en el camino, regreso al hotel y procedió a buscar sus pertenencias, únicamente para salir de allí con las manos vacías, triste por haber perdido su instrumento y el fruto de su trabajo.

No paso mucho antes de que supiera el paradero de aquellas composiciones que con tanto esfuerzo y paciencia había escrito. Ernesto, como vil traidor, le había puesto algo a su vaso y, aprovechando su inconsciencia, había hurtado sus canciones y su guitarra.

Héctor no cabía en sí de la rabia que sentía al verse traicionado y utilizado de aquella manera por alguien a quien veía como un hermano. Lo peor vino cuando intento hablar con su ex compañero para, por lo menos, hacerlo darle el crédito por las letras de las canciones que De la Cruz le había robado y que lo habían llevado a la cima.

No hacía falta decir que termino sacado a palos del edificio como un perro y más golpeado en su orgullo que físicamente.

Ernesto estaba disfrutando cómodamente del éxito logrado con su trabajo mientras que él, el verdadero autor de tan bellas y románticas piezas, era arrojado como un indeseable a las calles; tachado de oportunista y mentiroso y viéndose obligado a volver al pueblo que lo vio nacer luego de muchos sacrificios, estirando lo más que podía el dinero para poder costear el pasaje de regreso.

Héctor no creía posible que algún día fuese a odiar la música o a amargarse de aquella manera pero, en su ingenuidad, había olvidado que la traición es uno de los tragos más amargos de la vida.

Y a él le había tocado saborearlo.

***

Y con ustedes el segundo preludio de esta historia, uno más y arrancamos oficialmente con él fic. Como notaran, Héctor se encuentra como al inicio de la película, amargado y dolido por quién creyó su mejor amigo. 

Quizás no plasme esa faceta tanto como en la película y, tal vez más adelante, noten a Héctor más gruñón y cascarrabias de lo usual, pero esto es necesario para la evolución de la historia.

Como siempre, los invito a dejarme sus opiniones, sugerencias, correcciones y demás en un comentario. 

Secretos entre notasWhere stories live. Discover now