Historia.

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La pelimarón tomó a una niña pelirosa en brazos y le entregó una camiseta al tipo de uniforme militar frente a ella.

—Tienes que explotarlas en el centro del edificio. —habló la jóven y el tipo ese asintió con la cabeza. Se sacó la chaqueta y se puso la camiseta para nuevamente ponersela y se adentro a las instalaciones.

La jóven camino con lentitud fuera del rango de la explosión con la niña en brazos, su cuerpo estaba herido por los problemas que le causaron los guardias para que no entrara, pero eso es otra historia.

Miró a la pelirosa con detenimiento, su cuerpo estaba casi cubierto de vendas y suturasiones mal echas salvo la cara ¿En verdad los humanos podían llegar a ser tan crueles?

Escuchó una explosión a su espalda y sonrió burlona, ahora solo pasaría por la casa de Takebayashi para sanar las heridas de la niña como las suyas e ir a la casa de Sugita-San para hablar de todo ese tema del por qué Nagisa tiene esos ataques.

Suspiró, hoy sería un día muy cansado.

Pero la joven no notó que la seguían a su espalda.

Abrió los ojos con pereza y confusión, solo recordaba que Yuzuki le había ordenado dormir y nada más.

Se reincorporó levemente quejándose por el dolor que prevalecía en su vientre y notó que algo estaba sobre sus piernas, o mejor dicho alguien.

El pelirrojo de esa mañana estaba dormido, recargando su cabeza sobre las piernas de Shiota.

¿Por qué insiste tanto en hablar con él? No es que caiga mal, de hecho ni siquiera lo conoce para decir eso, solo le incomoda su presencia. Nadie se le había acercado sin que tuviera intenciones ocultas.

Le observó con más detalle, el joven tenía el ceño levemente fruncido y soltaba quejidos de vez en cuando. Para calmarlo empezó a sobarle los cabellos y vió como relajaba su expresión y una pequeña sonrisa se asomaba de sus labios. Tambien sonrió inconscientemente.

Suspiró, volteó a ver a la ventana y comprobó estaba nevando, a Kanzaki le costaría moverse hoy. Suspiró nuevamente y zarandeo suavemente al chico de un lado a otro para que despertará.

Cada vez más personas morían y él no podía hacer nada. Las muertes aumentaban y el solo se quejaba sin hacer nada.

Hiyama-San solo le mintió. El no era un buen líder, el no era una buena persona, el no era un apoyo...

Realmente era un inútil.

...

La pelimarón veía asustada al joven frente suyo, de cabellos turquesa al igual que sus ojos. Con su cuerpo cubría a un joven pelinegro de lentes redondos que sanaba a la niña que ella minutos antes cargaba.

La mirada del joven atenta a la chica, percibió un leve temblor en las piernas de la menor y soltó una pequeña risita, sobresaltando a los presentes.

—No tengas miedo, a diferencia de mi hermana yo no estoy obligado a pelear —se acercó un poco y logró percibir como la de cabellos marones se preparaba para atacar con la verdad— esa habilidad no sirve en mi o en los demás como yo, ríndete.

El chico se acercó un poco más hasta llegar a la menor, quien cerró los ojos con terror y apretó los puños. El joven rió y desordeno el cabello de la chica.

Hasta Mañana [Karmagisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora