Todo ha cambiado

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3 años después

(Escuchar la canción, es simplemente genial) (Al lado está Anthea ya más mayor, con casi 19 años)

--¡Anthea, mueve tu trasero que vamos a llegar tarde!

La voz de Cassandra sonó desde el fondo del pasillo y traspasó la puerta de mi habitación hasta llegar a mis oídos. Normal, Cass se caracterizaba por su voz masculina, cosa que era todo lo contrario a su físico. Ella tenía un cuerpo muy delgado, normalmente tanta delgadez no queda bien en una persona pero a Cass le quedaba genial, su cabello era de un color rojizo que era tan bonito que no parecía natural y sus ojos eran de un color marrón oscuro, casi negros.

La conocí en el último año de instituto y desde entonces no nos hemos separado para nada. Por causas del destino las dos pudimos entrar en la misma universidad. Siempre había pensado que la universidad no era para mí, pero al final, gracias al apoyo de Cass y de mis padres, accedí a enviar la solicitud a la universidad. De todo aquello habían pasado tres años y las cosas habían cambiado muchísimo. Ya nada era como antes.

A regañadientes me levanté de la cama y me fui directa al baño para darme una ducha. Al finalizar procedí a arreglar mi cabello y a maquillarme.

Cada vez que me miraba ante un espejo recuerdo los tan excéntricos cambios de look que me hice hasta la fecha. Posiblemente, del que más me arrepentía fue cuando a los 16 años decidí teñirme el cabello de color rosa. Luego cuando me arrepentí de haberme decolorado y tintado en cabello no tuve otra opción que volver a teñirlo de mi color natural. De lo estropeado que quedó tuve que cortarme el cabello por encima de los hombros, pero para ser sincera, no me quedaba nada mal aquel corte.

Mi estilo de vestir también había cambiado. Ahora aptaba por pantalones vaqueros, faldas, vestidos y tacones. No tenía nada que ver con la Anthea de hace unos años, despreocupada y pasiva ante todo.

Bajé las escaleras rápidamente y me encontré con Cassandra, que estaba apoyada en el marco de la puerta de entrada con una cara de pocos amigos.

Miró su reloj de brazo y pegó unos golpecitos sobre este. –Llegamos 3 minutos tarde y hoy es el último día de clases, --abrió la puerta y nos subimos en el coche. --¿Sabes que en estos 3 años de universidad hemos llegado tarde prácticamente todos los días?

--Llegas tarde porque quieres, nadie te obliga a llevarme. –Bufé.

Cassandra me miró con un destello de furia. --¿Perdona? Si llegamos tarde es por tú culpa. A ver si te sacas el carnet de conducir de una vez por todas. Voy a ser pediatra, no chófer.

Nos quedamos en silencio y cuando volvimos a mirarnos rompimos a reir. Ese tipo de discusiones surgían todos los días por unas causas u otras, y el día que no discutíamos se nos hacía muy raro.

La convivencia con Cass no era nada fácil ya que éramos polos opuestos, vaya. Yo seguía siendo tan desordenada como antes, no sabía cocinar y la idea de limpiar no es que me entusiasmara mucho que digamos. Por otra parte mi amiga era una maniática del orden, todo tenía que estar impecable, como en una revista de decoración. Ella siempre me decía que tenia la esperanza de que en un futuro me iba a volver más ordenada, yo no estaba tan segura.

--¿Tienes algún plan para las vacaciones de Navidad? –Me preguntó Cass, rompiendo el silencio.

Me toqué la frente con los dedos. Todavía no me creía que las vacaciones habían llegado. Cuando estás en la universidad, todo se torna más lento y pesado. El tiempo pasa muy despacio y llegas al punto de la exasperación. Pero por fin las ansiadas vacaciones habían llegado. –Pues todavía no había pensado nada, pero seguramente haga lo mismo que el año pasado. –Contesté. La pelirroja negó con la cabeza sin dejar de mirar hacia la carretera. --¿Qué pasa?

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