Viviendo la realidad.

44 0 1
                                    

MUERTE.

El chico yacía en mis piernas.

-No, no mueras.- Le intentaba limpiar la cara llena de sangre.

Mi corazón está alterado, el chico me toma la mano.

Sus latidos retumbaban en una clase de habitación, poco a poco se iban disminuyendo.

La palabra muerte se repetía una y otra vez en mi cabeza. Pegaba un grito y me tiraba a un lado de el.

Su mano aún seguía unida a la mía, sentí una sensación de perdida.

No podía vivir sin el.

Abro mis ojos de golpe, respiro hondo.

-Raven, amor. Ya es tarde, no vas llegar a tarde a clase el primer día. - Mi madre esta al otro lado de la puerta.

-Ya voy.- Eché hacia atrás la colcha.

En mi recámara se sentía una especie de calor y humedad. Y la lluvia se escuchaba cerca. Me metí a la ducha e intenté olvidar cada uno de los detalles de ese asqueroso sueño. Si no pienso en ello, es como sí no ocurriera. Estaba perdiendo la cabeza poco a poco. Me puse unas viejas zapatillas Converse negras, unos vaqueros ajustados de denim, un blusón blanco y una chaqueta de piel. Bajé las escaleras hacia la cocina. Flor, nuestra nueva asistenta desde que llegamos, ha colocado un plato de porcelana con dos huevos fritos, beicon y hot cakes.

-Esto es demasiado, Flor. - Hago una enorme mueca.

-Te vas a poner anémica, necesitas todos esos nutrimento.- A medida que fregaba con más energía, la carne de su brazo se zarandeaba.

-¿Que crees que soy un cerdo vietnamita?-Le planto el plato en el fregadero antes de que se de cuenta.

-No, pero... ¡Oye solo te comiste la mitad del desayuno! Te vas a poner Anorexica-

Me pongo en una pose "Sexy" -Bueno entonces seré modelo, mientras mas flaca mejor. - Le guiñó el ojo.

- Que te valla bien.- Dice entre carcajadas.

-Adiós.- Gritó antes de cerrar la puerta.

Subo a mi Beetle Cabrio rojo. Fue mi regalo a los dieciséis años, aunque yo quería un viaje a Amsterdam, Holanda.

En el GPS busco mi escuela, West Hill College.

Prendo el estéreo, la primera canción de mi repertorio es "The best day of my life".

-Espero que este día sea así.- Sonrió

No me hice más mucho tiempo para llegar a la escuela, no se sí es por que ahora vivo en un pequeño pueblo o iba a exceso de velocidad. Aunque no creo ya que, si fuera así estaría el la estación de policías.

Me estaciono en la tercera fila, apago el auto y me reclino en el asiento, respiro profundamente.

La risa de unos chicos perturba mi descanso. Tomo mis cosas y salgo de auto. Todas las miradas del estacionamiento se dirigen hacia mí, es simplemente molesto.

-Bonito auto.- Dice un chico de tez morena, que esta sentado en una camioneta negra.

-Gracias. - Le digo mientras me cuelgo la mochila de un hombro. Camino hacia la entrada de la escuela, los pasillos están infestados de adolescentes, platicando y saludandose unos a otros. Hay, muchos estudiantes para ser un pueblo tan pequeño.

-¿Srta. Melínoe?

Me estremezco, nadie me llama así "Melínoe", excepto mi madre cuando se enoja.

- ¿Sí?

-Srta. Melínoe. Soy el director de esta institución dígame: Sr. Dennison.

Intento contener la risa, cuando una estudiante se imagina su director, es una persona grande con alguna que otra canas que ocultar, sexy con el que puedes tener fantasías sexuales y contárselas a tus amigas. No a el enano de Blanca Nieves, que tiene una barba muy larga y su cabeza parece una enorme bola de cristal.

-¿Ocurre algo, Srta. Melínoe?- Frunce el ceño.

- ¿Eh, perdón? No, es sólo que, no, no es nada.

Voy caminando con el director por los pasillos de la escuela, creo que es más que suficiente para llamar la atención de los otros estudiantes. Todos me vuelven a mirar. Es muy incómodo. Me coloco mis rizos rubios detrás de la oreja.

-Srta. Melínoe, esta es su taquilla. Ponga la combinación que usted deseé, siempre y cuando la recuerde.-

Tengo la taquilla de arriba, genial. - La puede decorar, si usted gusta. Siempre y cuando no la dañe. ¿Entendido? Tuvimos un problema con su horario, así que dale esto a sus maestros. - Me da una hoja de papel rosa. Asiento con la cabeza.

-Acompáñeme.- Dice mientras me deja atrás.

Sigo detrás de el director. Se escuchan susurros.

-Srta. Melínoe, no se sienta incomoda es la primera vez que tenemos a una nueva estudiante de otro país, estamos muy contentos por su llegada. Por cierto, estoy enterado de ciertas cosas, así que le pedí a su madre que me dejara que tomara secciones con la psicóloga del instituto y ella accedió. ¿No tiene algún inconveniente?- Dice mientras me mira.

- Claro, que no.- Asiento con la cabeza. -Bueno, su siguiente materia es Literatura y es en ese salón. Espero verla pronto Srta.Melínoe- Dice mientras se va.

Las miradas aún siguen clavadas en mi. Toco la puerta, mi corazón late al mil, como esta mañana. Creí que ya estaba acostumbrada, pero la emoción y la sensación sigue siendo la misma. La mujer que habré la puerta es alta, de pelo chino blanco y unos ojos azules, es un color divino. Aunque deja de serlo con esos lentes de culo de botella.

-¿Tu debes de ser la chica de Canadá, verdad?- Dice mientras me mira.

Asiento con la cabeza, pueblo estúpido. Entro al salón y le entrego la hoja de papel.

- Se han hecho un lío con mi horario y no me pusieron en la clase de inglés- Le explico a la maestra.

-De acuerdo, siéntate donde quieras. Por cierto ¿Cuál es tu nombre?-

- Raven.- Le digo lo más bajo que puedo. Examino a mis compañeros. Me siento en la primera fila. Y abro libro favorito "Harry Potter: Y la piedra filosofal". La puerta del salón se abrió. Alguien se sienta alado de mi. Durante toda la clase me la pase leyendo. A segunda hora me toca biología, genial. A pesar de que biología es más simple que matemáticas, es la materia que hace la diferencia de una décima en mi boleta. El día se vuelve cada vez más aburrido. Ya me acabé "Harry Potter: Y la piedra filosofal". Bufó y me recuesto en mi butaca.

Mis opciones se acabaron. Ya termine mi libró y mi celular ya no tiene batería.

Suena la campana. Los de mi salón parecen peor que animales, todos intentan salir al mismo tiempo.

Tomo mis libros, alguien golpea mi hombro y hace que mis libros caigan al suelo.

-¡Maldición!- Me arrodillo para recogerlos.

-Lo siento

-¡Dejadlo!-El contestó irritada.

Recojo todos mis libros. ¿Por que los americanos son tan estúpidos?

-Discúlpame, soy Alexander.- El chico extiende su mano.

-Raven.- Le tomo la mano.

Es la mano más cálida que eh tocado en mi vida, me digno a mirarlo a los ojos.

Siento como mi corazón se acelera.

Por primera vez no me siento sola.

Confusión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora