Viviendo la realidad.

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La pequeña sonrisa que el chico tenía en su rostro se esfumó, junto con el brillo de sus ojos.

El deja mi mano en el aire, y sale del salón disparado.

¿Qué le hice? ¡Por qué diablos corrió como un niño asustado! ¿Lo asusté? ¿Tan mal estoy?

Los pensamientos corren por mi cabeza, ¿qué le hice a este chico?

Al llegar a la cafetería los únicos que me ofrecen asiento son dos gemelos que juegan con sus nintendos como sí fuera cuestión de vida o muerte. Durante todo el almuerzo no de resignan a mirarme, tampoco los eh visto parpadear.

Con mi mano derecha sostengo mi cabeza, observo cada una de las mesas y los estudiantes.

Y aún siguen las miradas y los susurros. ¿Qué tan raro es que haya una estudiante nueva?

A unas seis mesas me encuentro con Alexander, esta sentado con un grupo de cinco personas.

Tres chicas, que por cierto son animadoras. Y otros dos chicos.

Alexander me pilla mirándolo, pero no me importa, le sostengo la mirada.

El ríe. Levanto ambas cejas. ¿Se esta riendo de mí? Dirijo mi mirada hasta otra parte. Esto es muy aburrido y lo odio.

Alguien se aclara la garganta a mi espaldas. Volteó a ver.

-¿Raven Melínoe, no?- Alexander esta parado enfrente de mi.

Levanto mi cabeza y asiento.

-Me preguntaba si... ¿Me puedo sentar aquí?- tiene una sonrisa a medias.

Volteo a ver a los gemelos, que siguen igual de embobados.

-Si- Pongo otro mechón rubio detrás de mi oreja.

-Así que eres de Canadá, ¿eh?- Dice con una amplia sonrisa.

-Si-Contestó. -¿Es muy diferente aquí?- Se apresura a decirme.

Lo miro directamente a los ojos. -Si, aquí todos son idiotas.-

Como tú, digo para mis adentros.

-¿Crees que soy idiota?-Ahora también el me mira directamente.

-Si- Ambos soltamos una carcajada. -Eres la chica más rara que eh conocido, todas dicen que soy muy guapo, inteligente, fuerte, valiente... Ya sabes.- Dice en tono arrogante.

-Les faltó decir que eres un idiota arrogante, amigo. - Digo entre risas.

-Tienes una risa muy hermosa, Raven Melínoe. - Intento suprimir una sonrisa, pero es casi imposible.

-Gracias.- Apenas término la frase y suena la campana.

-Adiós, Raven Melínoe.- Me guiña el ojo y se va.

Durante las últimas dos hora me aburrí terriblemente, no hay rastros de Alexander en ningún lado. Al parecer también tiene fama de niño malo, se saltó las dos ultimas materias. ¿Por qué pienso en ese tipo? Siento un brusco movimiento dentro de mí, justo en mi estómago, siento abejas asesinas dentro de mi... Y no es nada lindo.

Apenas suena el timbre. Por fin acabo el primer día de clases. Sentí que ya han pasado días. Tengo tantas ganas de salir de aquí. Salgo a toda prisa. -Srta. Melínoe.- El enano del director me estaba esperando. Frunzo el ceño. -¿Si, Sr.Director?-Fingí una sonrisa. -Acompáñeme.- Da pasos apresurados en dirección contraria. Nuevamente soy el centro de atención, genial. El director me lleva hasta una pequeña oficina, arriba del marco de la puerta hay un pequeño cartel que dice: "Psicóloga". -Ya se lo había comentado Srta. Melínoe. ¿O me equivoco?- Dice el director abriendo la puerta, me hace una seña para que pase. -Primero las damas.- Sonríe.

Tranquila Raven. Miro a mi alrededor, Alexander sale de el cuarto de limpieza con una chica, ambos van tomados de la mano, ahora se que hizo las dos ultimas horas, un enorme chupetón se asoma arriba de su camiseta gris. Siento una punzada en mi pecho. ¡Soy una idiota! Siento un nudo en mi garganta. El director se aclara la garganta impaciente. Me siento en un asiento de piel giratorio, que esta al otro lado del escritorio. -Srta. Scarlett, ella es la Srta.Melínoe, originaria de Canadá. es nueva en el instituto.- El director se dirige a una mujer alta, él le llega por el pecho, y a mi me lleva casi una cabeza. Pelo negro muy corto. Va vestida completamente de blanco. Scarlett me dirige una sonrisa.

-Bueno, Jaime. Creo que sería conveniente que nos dejes solas.- Cuando el director por fin se va, ella se sienta al otro lado del escritorio.

La imagen de de Alexander saliendo con la chica del cuarto de limpieza se repite una y otra vez en mi cabeza. Siento un agrio sabor en mi boca como sí fuera a llorar.

Confusión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora