En Hammerhead

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De alguna forma lograron empujar el Regalía hasta el poblado de Hammerhead, tuvieron la fortuna de encontrarse con el taller de Cid, un viejo amigo del Rey Regis, pues el auto no solo se había quedado sin gasolina sino que había sufrido una pequeña falla en el motor a causa de la falta de uso durante varios años. Una vez ahí se dejaron caer totalmente rendidos ante el agotamiento.

De haber podido Prompto habría  aprovechado la oportunidad para dejar caer su peso recargado sobre el de su mejor amigo, pero habían quedado en lados contrarios del Regalia y la energía era nula como para poder moverse, solo dejó que su cuerpo resbalara hacia el fresco asfalto. Una vez en contacto con el piso Prompto refrescó sus ideas.

Lo primero que sintió fue culpa, pues a pesar de que se había estado repitiendo todo el camino que apoyaría la boda hasta el final él aun buscaba alguna grieta o espacio abierto que le permitiera llegar a ocupar un lugar que no le correspondía.

A pesar de todo Prompto respetaba a Lunafreya y ansiaba conocerla, durante su infancia incluso pensó haber estado enamorado de ella, claro, él era un niño solitario con sobrepeso y el hecho de haber recibido una carta de la joven había sido un detonante para él, siendo ella de alguna forma su primer contacto amigable y su motivante para hacerse amigo del príncipe.

Cada día olfateaba la dulce fragancia que desprendía la carta de la oráculo y se motivaba a trabajar en su misión. Fue solo hasta que bajó de peso y se atrevió a hablar con el príncipe que se dio cuenta de una situación un tanto incómoda, la dulce joven era amigable y muy linda, pero fue solo un pretexto para encubrir la realidad.

Por otra parte Prompto se consideraba ferviente admirador de la ternura y belleza femenina, así que si le preguntaban él diría que Luna se encontraba en su lista de amores platónicos junto con la chica de la cafetería de su antiguo colegio y la Glaive que cuidaba la entrada al palacio, aun así quien encabezaba la lista en definitiva es y siempre sería Noctis a pesar de no ser en absoluto femenino o tierno.

-¡Felicidades por la boda príncipe!

Cindy la hermosa mecánica nieta de Cid había captado toda la atención del rubio en el momento en el que había aparecido. Definitivamente acababa de ser agregada a la lista de sus amores platónicos.

Escuchó la felicitación que hacia a su amigo y como auto reflejo fotografió a ambas personas para inmortalizar su belleza.

Al no contar con dinero no tardaron mucho en ponerse manos a la obra para realizar algunas tareas para la mecánica. Decidieron cual trabajo escolar dividirse las labores. Prompto no supo si los Silderos eran grandes o se burlaban de él pues la fortuna lo había colocado con el príncipe justo después de que la culpa lo carcomiera por tener esperanzas y vaya que esa era una oportunidad de oro.

-¡Se divierten Silderos!- Sin pensarlo Prompto había empuñado su mano hacia el cielo mientras le reclamaba a los Silderos de su desgracia olvidándose por completo de que se encontraba en compañía de sus amigos que en ese momento lo observaban entre divertidos y extrañados.

-Emmm, ¿te pasa algo?- El consternado príncipe miraba con preocupación y gracia a su amigo quien por algún motivo lo observaba con recelo.

-Tal vez el calor y la falta de alimento te haya hecho daño- Un preocupado Ignis analizaba de manera meticulosa al rubio. Pensó que tal vez el reclamo lanzado a los cielos era consecuencia de las desgracias vividas hasta el momento, aún así le angustiaba su salud mental.

La conclusión de Gladio fue más sencilla -Te hace falta ejercitarte un poco más.

Avergonzado el rubio trató de desviar la atención de su comportamiento hacia otro tema -N..no...no...es nada, solo... ¿están seguros de que debemos separarnos? Digo Ignis es el estratega y Gladio es el fuerte, ¿no están algo desequilibrados los equipos?

Jamás claudiques  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora