— ¡Lena! ¡Lena por favor no te vayas! —suplicaban inquietas las voces a mi alrededor.
Todo está borroso, veo rostros... Cuatro en total. No puedo distinguirlos bien pero sé que sufren, sus llantos y gritos desgarradores me lo afirman.
Una mano firme agarra la mía, sus dedos aprietan fuerte mi antebrazo.— Iré por ti, Len. ¡No olvides de dónde vienes!
¡No olvides de dónde vienes!
Iré por ti.
Me levanto de sobresalto y miro mi alrededor inquieta. Otra vez tenía el mismo sueño.
Una gota caliente cae sobre mi mano y no es hasta que toco con las yemas de mis dedos el pequeño recorrido que han estado haciando las lágrimas, que me doy cuenta que lloraba.
Cada vez se volvían más inquietantes las voces... cada vez me hacía estremecer más la incertidumbre de no saber si aquel sueño se reducía a ser solo eso, o si quiza se trataba de una realidad de la que olvidé en el pasado.
No lo sabía, pero estaba dispuesta a encontrar una verdad.
«es una promesa»