Estaba en una esquina apartada del patio, junto a los rosales, mirando como Octavia jugaba de manera muy brusca con Aika, ver eso me trajo malos recuerdos y una opresión en el pecho que me había hecho recordar la vez que Saturno murió... No quería aceptar su muerte en ese tiempo, no lo quería creer.
»Fui al baño y extrañamente me encontré con mamá, estaba limpiando a Saturno cuidadosamente en la bañera, y noté que estaba llorando, supe que algo no andaba bien. Me acerqué sin hacer mucho ruido, también estaba preocupada.
—Mami, ¿por qué Saturno no abre los ojos? —Sabía que él era muy obediente y cariñoso, pero se hubiera negado a un baño maullando ruidosamente.
Ella se sobresaltó, no se había dado cuenta que estaba allí. Dejó de lavarlo, secó sus lágrimas con el dorso de su muñeca y me miró, su sonrisa estaba rota.
—Porque está durmiendo, cielo. El problema es que no va a volver a despertar.
¿No va a despertar más? ¿Cómo es eso? Al principio no lo había entendido, pero después uní los fragmentos en mi mente como si fuera un rompecabezas, sus palabras significaban que él había muerto... Fueron las mismas que me había dicho cuando murió Andrómeda, nuestra anterior gata.
No sólo estaba en el suelo llorando con todas mis fuerzas, sino que había luchado con mamá para que me entregara el cuerpo de Saturno. Lo abracé aunque eso significara mojar mi vestido.
—¡No te vayas! ¡Te extrañaré mucho, Saturno!
—¡Elizabeth! Ya basta. Sabes que también lo quería mucho, pero no va a volver, ya no hay nada más que hacer —Me lo quitó de los brazos, mientras yo seguía gritando en el suelo, acurrucándome en la frías baldosas.«
No quería que otra vez se repitiera la misma historia. Aika merecía un mejor final...
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Elizabeth © | Libro #13 |
Short StoryLa última hija. Una dulce niña que fue corrompida a causa del rechazo y el dolor. De cabellos claros como la miel y poseedora de una heterocromía que la hacía sentir imperfecta. Todos queremos ser reconocidos por alguien y deseamos que estén orgullo...