Hacia tan solo tres días que comenzó el curso lectivo. Mi mejor amigo Thomas era el único que conocía de la universidad; pero para mi desgracia él estudia en otro sector de esta enorme institución, por lo que entre clases esta sola, me sentía un poco intimidada; había comenzado a recibir unas notas diarias por lo que estaba paranoica mirando a ver quién era el posible chico anónimo.
Solté un suspiro de cansancio tomando asiento en una de las bancas del lugar, dejándome llevar por la brisa por lo que terminé con parte de mi cabello entre mi boca, definitivamente estás cosas solo me suceden a mi; una carcajada ronca me saco de mis pensamientos y alcé la vista para encontrarme a Thomas rojo tratando de no reírse más.— ¿Qué pasó, pequeña? — dijo una vez recuperado de su ataque de risa.
— Ja ja ja, que chistoso — le dije un poco frustrada.
Thomas volvió a estallar en carcajadas y lágrimas bajaban por sus mejillas mientras se tocaba su abdomen, a lo que le dí una mirada de reproche mientras me cruzaba de brazos, pero él continuó riéndose de mi, siempre era lo mismo; pero no lo cambio por nada estos momentos con mi mejor amigo.