Cómo pensar que los días
se pudieron tornar agobiantes,
dejándome de recuerdo
la sevicia de tu arrogancia y abandono.
Te llevaste mis sonrisas, mis deseos
y mis sueños para luego desdeñarlos,
creando en mí un resquemor
insaciable y, al parecer, sempiterno.
Entonces algo cubrió mis ojos, no sé que era
solo escribía lo que veía...
Por la noches llora un alma
y un errante gorrión viene a posar
a consolarla en su lecho.
–Por qué tienes temor, ¿acaso
no te has fijado en el cielo aún?–
Vi un rayo de luz que se extendía
y ,al mismo tiempo, en el corazón,
sentí que una llama se consumía.
No comprendía lo que todo esto era;
un alma que llora, un errante gorrión,
un cielo, un rayo de luz, una llama
que se consumía.
Las palabras del ave me dejaban
confuso...
¿Temor, temor, temor?, ¿a qué le temía?
Una especie de vapor en forma
de columna se elevaba: esa forma tenían
las palabras en invierno.
Las palabras tomaron cuerpo y me fue
revelada el misterio del ave...
Lloraba el alma porque no quería ver
el trágico destino que se avecinaba
sobre esta.
El cielo era el mar de los muertos; y el rayo
de luz, su vida que se adentraba a este.
Pero ¿La llama? ¿Qué era?
¿Por qué se consumía?
La llama que se consumía era lo único
que la salvaba y al mismo tiempo mataba,
¡A quién!, al alma, al alma...
Por supuesto, el alma era yo
¡No!, ¡no!, ¡no!, por favor, no quiero
comprender aún.
La llama era el amor que me daba vida;
pero que me ahogaba por no querer
olvidarte, guardando el momento
en que te ibas y yo aquí dormía.
¿Y el gorrión errante?...
– Dime quién eres, dime, por favor –
Como una sombra se disipó.
La luna comenzó a llorar y una lágrima
cayó sobre mí.
Desperté.
Mi rostro estaba sucio y marcado de líneas
raquíticas que eran las lágrimas
secas ahora.
¿Qué ocurría?
No lo sé
P.A.E
PSDT: Si en caso te tomaste el tiempo en leerlo, gracias desde ya, comenta que tal te pareció o si te gustó, me gustaría saber cuál es vuestra opinión. Greetings and good evening by now
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Agostado amor
PoetrySin dejar de ver que había tras aquella esbozada mirada comencé a urdir lo que el corazón me enseñó...