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Llegué a casa y algo apestaba.

Claro, si Patrice no había sacado la basura. ¡Que novedad!

Salí como el esposo paciente que soy y saqué los restos de comida que habían quedado de esta semana.

Me despedí de ella y subí al cuarto y esa noche no dormí.

Mi mente divagaba en el recuerdo de los pechos desnudos de Maria.

Maria, pechos desnudos. [PARTE 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora