Cuando habla de su inspiración y se va por la tangente, termina por hablar de cómo me haría el amor sin siquiera tocarme.
Toma café por las mañanas y no le interesa las facciones alegres o darme un beso de buenos días (lo hará cuando las pesadillas se vayan).
Me habla de Harry Potter, se pone en plan emocionada y empieza a divagar sobre cosas extrañas que me parecen tan Ravenclaw.
Ella escribe y le brillan los ojos, no sé si de felicidad o de tristeza pero aún así brilla. Que arte.
Ríe sola, se concentra o se desorienta; cuando pierde su orgullo para pedir ayuda me envuelve la felicidad.
Habla de política y su enojo envuelven sus manos.
Toma el teléfono y conoce un poco más a las personas con caracteres.
Comienza a leer y no le hables porque no te contestará.
Es bromista hasta llorar.
Mira paisajes y piensa en su madre.
Escucha música y canta de la pasión.
Es dragón en un mundo de princesas tirando un crucio.
Sonríe pensando que ella se ama, ojalá todas lo hicieran.
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Sofía.
PoésieEl mundo debería saber qué hay caídas que son volar. Portada: Gabriela Kermotchenky.