1.1 California

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Los roces le resultaban suaves y extrañamente dulces; un dejo de vodka mezclado con sangría se colaba entre la pequeña abertura que era su boca. Sus manos, aún menos rezagadas, sujetaron con firmeza la cintura pequeña del chico frente a él, sobando e incrustando sus grandes dedos en la zona. Confuso pero quería que al menos una marca quedara en la piel ajena.

Sintió, entonces, unas manos más pequeñas sujetarse a su cuello. El gesto se le antojó de lo más tímido a Seokjin, aún entendiendo que Hoseok no quería quedarse atrás. A él también le apetecía tocar.

Las caricias se convirtieron en un vaivén de sensaciones que se otorgaban por distintas partes del cuerpo porque no sólo las manos cumplían un quehacer, puesto que, aquellos labios abultados del mayor habían pasado de la boca roja del menor a sus mejillas, y de éstas a su frente y luego a sus labios y de aquí a su cuello. Y así hasta recorrer las zonas contiguas varias veces con el fin de que la piel de Hoseok no olvidara por un buen rato cómo se sentía el calor de su boca. Las mismas manos que le abrazaron el cuello pasaron a deslizarse, por segunda vez, a su pecho, colándose entre los botones para liberarlos por fin. Seokjin no hizo nada por detenerlo, pensó que era injusto que el siguiera vestido mientras su compañero no llevaba ya nada encima.

Un tacto caliente se deslizó debajo de la camisa de satén, viajando de los pectorales a los hombros y de éstos a los brazos para resbalar, al final, la prenda costosa que Jin había escogido para tan importante día. Porque, cabía resaltar, el estilo del mayor era, por mucho, diferente a lo que portaba ese día, las prendas de marca y elegantes le iban tan bien como la salsa picante al helado. Sí, así. Él prefería mucho más usar jeans holgados, camisetas largas: lisas o estampadas, chaquetas de cuero, tenis, incluso botas de montaña. Vestir como un chico rudo, vaya. Por ello, el no sentir el peso de la camisa en su cuerpo le resultó de más placentero, aunado al fuego de las manos de Hoseok que aún quemaba en su piel desnuda.

Contenerse era algo lejano a su vocabulario ya. Incluso estúpido resultaba siquiera pensárselo. Su corazón estaba agitado y de manera clara escuchaba el corazón del menor que tenía frente a él. Las manos de Hoseok se atrevieron a bajar a los pantalones de Seokjin sin demora, arrancándolos con una audacia maestra. Jin suspiró sobre sus labios antes de sacar uno a uno sus pies de la prenda. Ahora estaban casi a la par.

Una pequeña gota bajó por la espalda ancha del más alto y sintió cómo se le erizaba hasta la conciencia. El calor ahí era demasiado. Estaba casi desnudo y se sentía sofocado.

Cogió la cintura del castaño y lo alzó hasta que las piernas ajenas se prensaron a cada lado de su cadera (sin enrollarse). Los codos de Hoseok descansaron sobre sus hombros mientras sus bocas seguían comiéndose. Era el intercambio más delicioso que Seokjin pudiese haber vivido jamás. Aquél chico tenía magia en la boca y se movía dentro de la suya con sensualidad.

En un arrebato desesperado, Hoseok se movió sobre Jin, haciéndose rozar contra el abdomen duro del mayor. Nunca tocó su miembro mas no hizo falta pues ante aquella sensación, el primer gemido salió.

Los oídos de Seokjin se agudizaron y la razón se desconectó.

—Bájame —jadeó Hoseok.

—¿Qué? —Seokjin parpadeó perplejo, ¿acaso quería terminar con lo que habían empezado?

—Bájame, necesito tocarte y así no puedo —explicó, de nuevo, en un jadeo.

Aún confundido, Jin hizo lo que le dijo.

En cuanto los pies del menor tocaron el suelo, sus manos se presionaron en los hombros de Seokjin, enterrándole las uñas y empujándolo hacia atrás. En cuestión de seis pasos, Seokjin yacía, ya, sentado en la cama. Sus ojos se habían vuelto oscuros, tanto que podían apreciarse perfectamente aún entre el manto negro de la habitación. Eran una perfecta rueda negra de lujuria que miraba con atención al cuerpo desnudo frente a él. Hoseok pensó que no había conocido a un hombre más sexy que Jin y rió mentalmente al pensar en la chica que le dejó. Ah, pobre diabla.

Dear Seokjin                               »twoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora