❀ Do KyungSoo

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Cuando despertó esa mañana, JongIn nunca creyó que ese día de otoño le cambiaría la vida, nunca imaginó que al pisar la cafetería donde trabajaba algo haría la diferencia.

JongIn era un estudiante de licenciatura en administración, le había costado un poco decidirse, ya que una ingeniería le sentaría bien según los consejos de sus padres, porque era un joven bastante inteligente y audaz.

Se había graduado de la preparatoria con honores y ahora sacaba buenas notas en la universidad, lo que hacía que sus padres se sintieran bastante orgullosos. A sus diecinueve años que estaban por culminar a principios del próximo año, JongIn se sentía en la plenitud de la vida, así que sonreía con buena actitud y esperaba a que todo mejoraba si es que algo iba mal.

Era así como había encontrado trabajo en aquella cafetería relativamente cerca de su facultad y de un montón de empresas que se levantaban imponentes a lo largo de las calles. JongIn pese a ser un buen estudiante, no provenía de una familia adinerada, por lo que al escuchar que las cuentas estaban cada vez más pesadas, JongIn había decidido buscar empleo para quitarles un peso de encima a sus padres y pagar sus propios gastos y necesidades.

La señora Choi era la dueña de esa cadena de cafeterías y era conocida en el mundo de los negocios en la ciudad, eso le había agradado aún más de trabajar ahí, además de que ser de medio tiempo lo ajustaba a sus necesidades para coordinar sus horarios de trabajo con los del estudio.

Se desvelaba algunas veces haciendo la tarea, pero otras tantas se daba el tiempo de terminarla en pequeños intervalos de descanso en su trabajo cuando la afluencia de clientes era más corta.

Pero esa mañana, cuando el jefe de los empleados le dijo que tendría que ponerse tras el mostrador en lugar de estar al pendiente de las mesas, JongIn se sintió nervioso y una corazonada se apoderó de él.

Cuando la cafetería finalmente abrió, los clientes habituales comenzaron a desfilar por las cajas para hacer sus pedidos, algunos estudiantes y empresarios, gente que trabajaba en las oficinas relativamente cercas y que sin importar si llegaban en auto o a pie, se daban cinco minutos por lo menos para degustar su café.

Y a JongIn no sabía que podía gustarle el café, porque lo detestaba la mayoría de las veces, desde el aroma hasta el sabor tan extraño que sentía que tenía.

Fue entonces cuando lo vio por primera vez, sus ojos chocolate parpadearon al instante cuando las puertas se abrieron y por ellas entró un hombre revestido en un traje hecho a la medida, en un tono azul oscuro que resaltaba su piel albina y sus cabellos negros bien peinados.

Algo dentro de JongIn se removió cuando el hombre se aproximó a la barra para hacer su pedido y no pudo más que sonreír, sintiendo una calidez recorrer su piel cuando el hombre cuya estatura era casi igual a la suya, finalmente lo observó.

Tenía las cejas bastante pobladas, su nariz perfilada a esos pómulos altos y esos labios gruesos que lo hicieron tragar saliva porque, aunque sabía que le iban los penes, JongIn nunca se había sentido tan atraído por un hombre mayor de esa manera.

ㅡ Buenos días, bienvenido... ¿Puedo tomar su orden?

ㅡ Un americano, con una de azúcar solamente.

La voz varonil y ese tono tan seductor hicieron que casi se derritiera en la caja, tragando saliva porque no solo estaba guapísimo, sino que tenía una voz potente que le había erizado la piel por completo.

Sabor a café ❀ SooKaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora