❀ Silencio

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Do KyungSoo vino a poner el mundo de Kim JongIn de cabeza, desde el primer momento en que lo vio en la cafetería, con su elegante traje caro, con aquel porte sin igual y aquella manera tan exquisita de caminar, con sus caderas demasiado firmes. Esas que JongIn había logrado tocar y apretar a su antojo.

KyungSoo era sinónimo de alegría en el pecho para el estudiante de administración, era la sensación cálida inundando su cuerpo cuando se le acercaba, el estado de alerta frecuente al que se enfrentaba cuando su piel se sentía necesitada de sus roces, cuando sus labios se sentían especialmente ansiosos de ser devorados por aquel hombre.

Y pese a que todo había iniciado con la calentura a tope, con la necesidad imperiosa de que KyungSoo le controlara las hormonas que se disparaban cuando estaba cerca, JongIn era un chico soñador.

Sus manos se habían acostumbrado a entrelazarse a la de KyungSoo por debajo de la mesa cuando iban a comer, se encargaba de sentarse a un lado suyo y no al frente para hacerlo, para que su pie acariciara su pantorrilla de manera juguetona alguna vez, mientras el contacto era más suave y un poco más discreto, porque pese a que a él no le importaría ser visto con KyungSoo, el mayor probablemente tenía que guardar las apariencias por asuntos laborales.

JongIn se convencía de que sin duda alguna había elegido bien, cada día transcurrido y pese a que no podían verse a diario, JongIn se sentía seguro de que algo en su interior comenzaba a sentirse realmente bien en presencia de KyungSoo.

Todo había iniciado como simple sexo casual, hasta que se habían definido como amantes y se habían estado encontrando más y más, estableciendo horas poco acordadas debido a los horarios de ambos.

JongIn lo esperaba algunas veces fuera de la universidad, KyungSoo pasaba por él y lo llevaba a casa, deteniéndose abruptamente en cada semáforo para dejar que JongIn se apoderara de su cuello y lo besara diligentemente.

KyungSoo pensaba que el rojo le sentaba muy bien, mientras lo besaba apasionadamente bajo la luz del semáforo en la avenida. Algunas veces KyungSoo seguía pasándose por la cafetería, se quedaba a conversar con el menor y después de unos minutos se retiraba al trabajo.

Otras tantas JongIn se aparecía de la nada en su oficina, y su secretaria ya se había acostumbrado a verlo por ahí de vez en cuando o en hacerlo pasar directamente para que lo esperara en la oficina de su jefe.

El corazón de JongIn revoloteaba un poco pero seguía sintiéndose inseguro, porque estaban definidos como amantes y eso era lo que hacían, sus cuerpos se amaban en la plenitud de las circunstancias y escenarios en los que estuvieran.

KyungSoo era demasiado creativo, a JongIn le encantaba la manera en que lo seducía con una simple mirada y él estaba dispuesto a bajarle la luna a gemidos, con miradas que podían considerarse obscenas y otros gestos que realmente lo eran para el mundo entero.

A JongIn no le importaba realmente, no le importaba incluso que no terminaran follando cada que se veían, los dos se habían compenetrado de una manera increíble y podían salir a comer, o simplemente ver una película en el cine como una pareja normal que no tiene un título pegado en la frente.

Eso al menos hasta esa mañana, cuando la Señora Kim lo detuvo antes de salir para el trabajo y con una mueca de disgusto le había preguntado si es que estaba saliendo con alguien. Y cuando JongIn iba a comenzar a mentir, su madre le dio una bofetada y le dijo que no se atreviera a hacerlo, porque ella lo había visto bajarse de ese automóvil caro a una cuadra de su casa y algunas veces descaradamente afuera de ella.

Sabor a café ❀ SooKaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora