Capítulo 4: Un poco de mi propia medicina

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Acabo de hablar con mis padres por teléfono, estaban bastante tranquilos porque saben que estaré en buenas manos. Lara tenía ganas de charlar conmigo, pero yo estaba algo cansada y le dije que la llamaría por la noche. Debía terminar de desempacar y organizar mis cosas. Guardaba mis guitarras en mi armario cuando el móvil de Melody empezó a sonar, ella estaba en el baño y el móvil estaba prácticamente frente a mí. Le eché un vistazo y era ese chico Matthew, así que contesté.

- Hola nena, ¿ya llegaron a la cárcel? -pregunta él.

- Hola, soy la prima de Melody. -Melody salió del baño y se dirigió hacia mí -. Ya te la paso.

Con que Melody se había referido a este lugar como una cárcel. Estoy casi segura de que no piensa del mismo modo después de ver lo genial que es este lugar.

Terminé de desempacar mis pertenencias y Melody aún seguía hablando con Matthew, me pregunto si en algún momento me hablará de él.

Me acosté en mi cama y encendí el televisor, estaban pasando Los Minions. Y de un momento a otro me quedé dormida.

- Laia, despierta. -escuché una delicada voz, era May -, vamos a la piscina, ¿quieres venir con nosotras?

- Claro que quiero, pero también quiero dormir. -dije dándole la espalda.

Tiró de mi brazo, amenazando con lanzarme al suelo. Sí, desde la litera de arriba. ¡Está demente!

- ¡Ya voy! -refunfuñé para que ya me soltara el brazo.

Me bajé de la litera y me fui al baño para ponerme mi traje de baño turquesa, me miré un instante en el espejo y me amarré el cabello con una coleta alta para lavarme la cara.

Tomé mi toalla del tocador del baño y la llevaba junto con mi móvil. Antes de que saliera de la habitación alguien llamó a la puerta. Como yo era la única que estaba lista, fui a atender.

Al abrir la puerta me encontré con un chico alto, tenía el cabello castaño claro, casi rubio oscuro y los ojos color verde avellana. Me sonrió y se le hicieron dos hoyuelos en las mejillas, haciéndolo ver tierno.

De verdad que en esta academia hay muchos bombones. Supongo que este es uno de los mejores porque ¡Dios mío! No había visto a nadie tan parecido a un dios griego. ¡Y es que es más alto que yo como por una cabeza! Al menos así se siente desde esta distancia, tal vez estando a solo centímetros de él se podría comparar bien.

El chico traía puesta una camisa blanca -que le quedaba perfectamente bien, tan bien como para que se marquen sus bíceps -, unos tejanos negros y unos zapatos negros.

Es guapo, y vestido así lo hace ver aún mejor.

Joder.

No vine a conseguir novio, vine a graduarme, repito en mi mente como un mantra.

Silencio incómodo. Entonces decido presentarme, para no poner más incómodas las cosas.

- Soy Laia. -digo sin mover un solo músculo, supongo que estoy paralizada temporalmente.

- Soy Frank. -me extiende su mano en un saludo formal, así que la estrecho.

¡Qué modales! Justo en ese entonces me recordé de una frase de una de mis películas favoritas, Kingsman: El servicio secreto: "Los modales forman al hombre"

- Así que eres de quien todos hablan, la chica nueva. -dice y se recuesta en la pared de al frente -. Sí, eres linda como dicen los demás.

ACTUALIZANDO ¿Por qué eres tan malditamente perfecto?- YOIDETH CHENIERWhere stories live. Discover now