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Mañana es el gran día, el día de la boda. Todo el mundo ha estado muy ocupado, incluyéndonos a Justin y a mí. Las cosas no van tan bien en mi compañía. Hemos perdido un par de empleados y algunos de nuestros inversionistas retiraron sus inversiones. Estuve estresada porque mi boda será mañana y todo lo que ocurría con la compañía me frustraba.

— ¿Te vas a casa? — preguntó Justin por el teléfono. Me froté la frente y cerré los ojos.

— Lamentablemente, no puedo. — le respondo. Son casi las diez y sigo estando a cargo de muchas cosas en la oficina.

— Mañana es nuestra boda... — él suelta un suspiro y me siento culpable. Normalmente, una chica estaría emocionada con su vida y pasaría la noche con quien sería su futuro marido. No me malinterpretes, yo también quería. Quería marcharme a casa y acurrucarme con Justin para amanecer junto a él al día siguiente, para después empezar a prepararme para la boda, pero no podía. Por muy loco que suene, tengo que hacer bien las cosas en esta compañía. No podía decepcionar a mi madre.

— Lo sé. Lo siento mucho, Justin. — le pido disculpas y miro hacia arriba, para ver a Kylie asomarse con su bolso colgando del hombro.

— Me voy a casa. Vámonos. — dijo ella mientras entraba en mi habitación.

— Te llamo más tarde, ¿vale? — le dije a Justin antes de colgar. Suspiré y miré a Kylie, quien me dio una mirada de disculpa. Sabía que todo esto me frustraba.

— ¿Hay alguien más trabajando? — pregunto.

— No. Sólo quedamos los de seguridad, tú y yo en este edificio. — me respondió. Suspiré y negué con la cabeza.

— No me puedo ir ahora, Kylie. Necesito hacer las cosas bien. No puedo perder esta compañía. — le dije.

— Te vas a casar con el hombre que seguramente sea el más rico y sexi que existe, Stella. No tienes que preocuparte por esta maldita compañía. ¡Te vas a casar mañana, por el amor de Dios! ¡Vete a casa! Tu marido seguro que está esperándote. — me dijo.

— No, no lo entiendes. Es la compañía de mi familia. No puedo perderla. — niego de nuevo con la cabeza.

— Solo por dejar el maldito edificio un día no va a caer en bancarrota, Stella. ¿De verdad quieres verte cansada para el día de tu boda? ¿Has pensado en como se podría estar sintiendo Justin ahora mismo porque su mujer no va a ir a estar con él? — ella gruñó. Suspiré y me mantuve en silencio. Tenía razón. Debería haber pensado en Justin.

Me levanté de mi asiento y apagué todo. Ella me sonrió mientras salíamos del edificio para separarnos. Cuando llegué a casa, las luces estaban apagadas y el coche de Justin estaba en el garaje. El coche de Justin ocupaba todo el espacio. Tiene como siete u ocho coches. No pude entender por qué gastaría su dinero de esa manera, con un coche era suficiente.

Me adentré en nuestra habitación y vi a Justin jugando con su móvil con las luces apagadas. Se quedó en shock cuando abrí la puerta. Se sentó cuando me vio y puedo jurar que sus ojos llegaron a brillar. Me quité los tacones y me acerqué a él. Me senté en frente de él y le abracé.

— Lo siento tanto. — me disculpé con él.

— Está bien. ¿Va todo bien, cielo? — me preguntó mientras me acariciaba la mejilla con su pulgar. Asentí con la cabeza y me levanté. Me dirigí al armario y me puse algo más cómodo. Una vez lista fui a abrazar a Justin, que tarareaba mientras me acariciaba la espalda suavemente.

— Justin. — le llamé.

— ¿Sí, cariño? — preguntó.

— Te quiero mucho. — le dije. Él rio y me apretó más contra él.

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