nueve

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La madre de Sam era una mujer bajita y delgada de cabello castaño y ojos verdosos. Me miró con extrañeza cuando aparecí en su puerta delantera. 

La casa se veía exactamente igual a como él la describió, una fachada bonita con techo de dos aguas, pintada de color azul y blanco y con plantas en macetas enormes. Vi al perro de Sam arañando la puerta de mosquitero tras nosotros, era un corgi blanco.

Lo primero que vi antes de subir las escaleras del porche, fue uno de los anuncios que se repartían por toda la ciudad: ¿HAS VISTO A SAMUEL WILKINSON? Pegado en ambos pilares de la casa.

La mujer miró el anuncio que llevaba entre mis manos, y pareció sorprendida y esperanzada.

—¿Tienes... tienes noticias de Sammy? —preguntó, con demasiada esperanza en su voz, tanta que por un momento me arrepentí de ir, pues solo iba a chismosear sobre la vida de mi amigo muerto; algo que era poco ético de mi parte.

—Quisiera tenerlas —murmuré en voz baja, viendo como toda la ilusión se alejaba de su rostro.

—Entonces, ¿qué haces aquí? ¿Eran amigos?

Asentí, solo para que me dejara entrar.

—No recuerdo que Samuel tuviese amigos como... tú —Me miró de arriba abajo, sin disimular, pero sonreía amablemente, así que lo pasé por alto.

—Manteníamos nuestra relación en secreto —comenté.

—No quería ofenderte, lo siento... o acaso tú eres... —Se detuvo, con una sonrisa forzada—. Lo siento, solo estoy algo alterada por la desaparición de mi hijo, ¿quieres entrar?

Asentí y la seguí al interior de la casa. Hizo que me sentara en un sofá de piel y me ofreció una taza de café, no pude negarme porque estaba inundado de desesperación y pensé que tal vez esta podía marcharse si pasaba un rato a solas en esa bonita sala que jamás en mi vida había visto antes.

Regresó con una bandeja que tenía una tetera, azúcar y se sentó frente a mí, sonriendo un poco.

—Tú y Sam... ¿de dónde dijiste que se conocían?

Lo pensé varios segundos, pues no creía que fuese buena idea decirle que había conocido a su hijo una vez que éste había muerto.

—En la estación de tren —me miró como si supera algo que yo no, así que rápido agregué—: La manera en que nos conocimos es algo extraña...

Ella sonrió con pesar, parecía que iba a empezar a llorar.

—Así que tú eres él —comentó con un suspiro, no uno bonito, un suspiro que dejaba ver que estaba molesta por algo.

—¿Él?

—Sí, sí —dijo, calmando su tono, parecía ser alguien muy dulce y calmada, así que no temí por una mala reacción—. Sammy tenía un... (me es extraño decirlo, perdón), amigo muy muy cercano. Lo conoció en la estación de tren, según escuché. ¿Eres tú?

—No, no. No éramos tan amigos, solo conocidos. Lo veía una que otra vez, aunque cabe decir que queda algo lejos de aquí.

—Sí, lo hace. Es solo que Sam comenzó a actuar raro hace algunas semanas, siempre estaba molesto y mas callado de lo normal. Investigué un poco porque estaba preocupada, preguntándole a uno de sus amigos de la escuela, y él me dijo que estaba saliendo con un chico que conoció en una estación de tren. Cuando intenté llamarle la atención porque a veces ni siquiera venia a dormir, huyó de casa. Jamás había hecho eso y—Allí comenzó a llorar, cubriendo su boca con su mano—, no lo hemos visto desde entonces.

—Lo siento.

—Lo peor de todo es que ni siquiera sé en qué estación de tren, él jamás le dijo a nadie. Solo hemos, bueno, lo único que hemos podido hacer ha sido pegar volantes en todos lados.

Repetí que lo sentía, y le prometí que le ayudaría a encontrarlo cuando terminé mi taza de café. Ella sonrió otra vez, ya se había limpiado la nariz con un pañuelo varias veces.

—Es solo que —dijo al finalizar—, solo quiero tener a mi pequeño de vuelta. ¿Podrías llamarme si tienes noticias de él?

Le prometí que lo haría.

Jamás pensé en decirle que su hijo era un fantasma y que su cuerpo se estaba llenando de moretones con cada día que pasaba, era muy probable que eso indicara algún síntoma de descomposición.

Se ofreció en acompañarme a su estación de tren, pero claro que me negué, no quería causar tantas molestias y, porque no debía haber ido allí en primer lugar.


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