Es un hombre de pelo negro como el carbón y sucio como si se hubiese bañado con lo mismo. Tiene una barba un poco dejada y algo canosa. Y sus ojos... Sus ojos son grises como un día nublado, y fríos... Muy fríos.
En las manos tiene un humeante café, que ha debido de hacerse en mi cocina por todo el desastre de la encimera. Encima de la mesa, junto a unas pastas que también me a debido de robar, hay una gorra roja algo destrozada con un parche circular mal cosido que hace que la parte superior caiga tapando el dibujo. El hombre tiene los pies en la mesa con la silla en equilibrio, sus botas de montaña ensucian la mesa de cristal.
-Has tardado.-dice colocándose de forma más normal.
Sin decir nada le vuelvo a examinar. Tiene una chaqueta típica de leñador desabrochada, su camisa es de cuadros y de color verde claro.
-¿Vas ha estar ahí todo el día?-Dice distrayéndome de mis pensamientos-Te he hecho un café.
Señala a la encimera y entre una botella de leche y la cafetera veo un pequeño plato con una taza encima.
-Espero que te guste con leche.-dice dejando su taza en la mesa.-De pequeño eras mucho más hablador.
-¿Qué hace en mi casa?-digo al fin con una mirada de mitad ira y mitad desconfiada.
-Quería hablar contigo.
-¿Conmigo?-digo sin pestañear.
-Bueno, con tus padres no va a ser. ¿A dónde se han ido?
-Eso no es asunto suyo. Y esto es allanamiento, vaya se de mi casa.
-Encima que te hago un café. Y podrías haberte arreglado un poco.-dice examinando me.
-Voy a llamar a la policía.-digo alzando el móvil que todavía tenía en la mano.
Se levanta y me arrebata el móvil antes de que pueda siquiera pulsar el primer número. Se guarda el celular en el bolsillo de su chaqueta y le da un pequeño golpe como queriendo asegurarse de que yo supiese donde estaba. Se acerca a la encimera mientras sigo asombrado de la rapidez con la que ha sido capaz de quitármelo y coje mi café poniéndolo en la mesa. Se sienta mientras coge su taza y me ofrece sitio con un gesto exagerado con la mano. Por alguna razón que no entiendo me siento con él. Se hace un silencio por un minuto en el que intento entender todo esto mientras saboreo mi café, admito que está muy bien hecho.
¿Porque demonios me he sentado a tomar café con él?
Bueno,-dice cogiendo una pasta-¿Qué tal?
-¿Quién eres y qué haces en mi casa?-digo sin parar de mirar mi taza medio vacía.
Se vuelve a hacer un silencio.
-¿Quién eres y qué haces en mi casa?-repito mirándole.
-Me llamo Johns Forestfire. Y el porque estoy en tu casa ya te lo he dicho.
-¿Y no podías llamar a la puerta como todo el mundo?
-Porque lo menos yo no pongo una alarma para despertarme en plenas vacaciones de verano.
Un silencio vuelve a llenar la sala, pero lo interrumpo a los pocos segundos.
-Me llamo Xavier.
Se hace otro silencio, que en este caso interrumpe él.
-Si me disculpa, Xavier, tengo que ir al baño.
-Al lado de las escaleras.-digo levantándome por educación.
-Has tardado mucho,- dice mientras sale de la cocina-sé donde está.
Nada más salir de la puerta me vuelvo a sentar, sin entender bien que está pasando. Al fin y al cabo, solo es un hombre que para hablar con alguien entra a tu casa, te hace un café y te espera en la cocina mientras duermes en ves de llamar a la puerta;
no parece mala gente.
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Quemaduras ©
Novela JuvenilAl contrario que otras personas que tienen gatos, perros o peces Xavier tiene otro tipo de animal, un asesino pirómano.