Capítulo 1: Muerte del Claro

39 1 2
                                    


Unas jóvenes vivían en lo profundo del bosque. Sus nombres solo nombraban entre ellas, porque no querían vincularse con nadie de ningún pueblo. Ellas eran muy felices juntas. Las ninfas del bosque eran sus amigas. Estas les decían que su amor sería eterno. Pero un día, una caravana de hombres, hambrientos de todos los placeres, encontraron su cabaña. Estos se dispusieron a entrar para poder comer y dormir antes de irse. El sacerdote que los acompañaba en su travesía fue el primero que entro. Al inspeccionar este las habitaciones se encontró con una imagen insólita para él y gritó indignado: "¡Brujas!". Ellas despertaron con miedo al verlo y le preguntaron: "¿qué hace usted en nuestra casa?"

De pronto, entraron los hombres y al verlas desnudas se quedaron embelesados. Sacándolos de sus fantasías el viejo monje les gritó: "¡No se queden allí, enséñenles cómo deben comportarse a estas sucias mujeres!"

Ellas temerosas salieron por la ventana y echaron a correr. Una se cayó y se lastimo el tobillo.

- ¡Corre mi amor sálvate, por favor!- dijo Emilia

- ¡No, no me iré sin ti!- dijo Alejandra sollozando

- ¡Ninfas, auxilio!- gritó la herida Emilia

- ! Ayúdenos, por favor! - gritó Alejandra mientras trataba de cargar a su amada.

De pronto apareció una ninfa que se acercó a ayudar a Emilia, pero antes de que la cargara, ella la acerco a su rostro y le pidió.

- Calipso, por favor, llévate solo a Alejandra porque tendrás mucho peso si me llevas también. Además, si me quedo ellos dejaran de perseguirlas a ustedes.- musitó la pelirroja al oído de la ninfa

- Te estoy escuchando, no te dejaré aquí sola para que te maten- dijo la chica de pelo negro y ojos caramelo.

- Yo no puedo irme de aquí, solo las retrasaré. Te amo, siempre estaré en tu corazón, amor mío, toma este brazalete...- dijo mirando profundamente a Alejandra y luego suspiró.-Mi vida contigo ha sido la más feliz y moriré salvando la vida de mi felicidad. Adiós, Ale cariño.- dijo la ojiverde.

La ninfa jaló a Alejandra colocándola encima de su lomo y echó a correr hasta que llegaron a la colina central del bosque en el que estaba la diosa del mismo. Alejandra desesperada corrió hacia ella y le suplico salvara a Emilia. Esta le respondió mientras miraba una tinaja de agua en donde se veía a la herida chica siendo encontrada por aquellos barbaros.

- Veo lo que sucede, pero no puedo salvarla- dijo calmadamente la Diosa.

- ¡¿Por qué no puedes?! ¡Tú eres una diosa!- grito desesperada la joven.

- Justamente, por eso no puedo. Yo no debo mancharme las manos con aquellas cosas bajas. Por lo único que me motivaría a hacer eso sería si estuvieran matando el bosque, pero eso no está sucediendo... Sin embargo, te puedo dar magia con las cuales podrás combatirlos. Pero debes prometer que no habrá odio en tu corazón sino te convertirás en bruja- seriamente habló la deidad

- ¡Está bien, pero por favor rápido tengo que salvarla!- dijo Alejandra sin pensar

La diosa tomo agua de la tinaja con su mano y lo roció por encima de Alejandra. El líquido se convirtió en polvo, en el aire, que cayó sobre ella. La ninfa que le ayudó se acercó y le dio su arco.

- Lo necesitarás- dijo Calipso

Alejandra se subió al lomo de Calipso y cabalgó hasta llegar donde había dejado a su novia, pero ya era tarde y la escena con la que se encontró era nefasta. Los hombres la violaban sin piedad mientras ella lloraba y gritaba que pararan. De pronto, al ver esto una ira inimaginable se apodero de ella y empezó a matarlos uno por uno con el arco. Algunos se resistían, por lo que Alejandra se acercó tomando la espada de uno de los muertos y empezó a luchar cuerpo a cuerpo. Mientras tanto el monje se acercó a Emilia con un hacha que encontró en el suelo y grito: "¡Esta será tu lección maldita bruja!". Este alzando el hacha en el aire la dejo caer en el cuello de su víctima.

- ¡NOOO!- con los ojos llorosos gritó Alejandra.

La cabeza de Emilia rodó. Ella quedó inmóvil con un odio que empezó a envolver todo su cuerpo. Luego, vio al anciano y se acercó, rápidamente, a él.

- Nunca fui una bruja pero ahora lo soy gracias a ti maldito y ahora me encargare que tú y todo tu pueblo perezca hasta que yo me muera- maldijo la morena.

- Pero las brujas no mueren...- murmuró el sacerdote con dificultad mientras Alejandra lo sostenía del cuello.

- Exacto- dijo con maldad en sus ojos que de caramelo se tiñeron a un negro más oscuro que la noche.

Después de lanzar su maldición, esta le enterró la mano en el pecho y le sacó el corazón. Lo estrujo y juro que toda su vida vengaría a su amor. Luego, se echó sobre el cuerpo de Emilia llorando. Los hombres que quedaron en pie iban a matarla por la espalda. Pero ella volteo a verlos y estos se quedaron inmóviles. Ella se levantó y comenzó a reír, estrepitosamente, cuando a la vez lloraba.

- ¿Por qué hicieron esto?...Denme una maldita explicación... ¿qué les hicimos nosotras?, desgraciados, inmundos, infelices- gritó Alejandra con la furia.

- Nos lo ordenaron. Además, ustedes no son normales.- dijeron temerosos los barbaros.

- De acuerdo, ahora, yo... ¡les ordeno que se mueran!- dijo la bruja cerrando su puño mientras los hombres se retorcían y morían uno por uno.

De pronto, el único sobreviviente, un niño que estaba con ellos, fue descubierto por ella. Se encontraba horrorizado e inmóvil pegado a un árbol.

- ¿Tú no le hiciste nada, verdad?- se dirigió fríamente hacia el niño

El pequeño moviendo la cabeza negó.

- Te perdonaré la vida niño pero debes ir a decirle a todo tu pueblo que no los dejaré en paz hasta que me regresen a mi amada.

- ¿Pero cómo lo haremos si ella murió?- musitó el niño perplejo.

- No lo sé, pero eso es su problema.- dijo y empezó a reírse la pelimorada.

Ese día empezó a morir el claro del corazón de Alejandra

ClaroscuroWhere stories live. Discover now