La Mujer Del Silencio

Bola de carne

Era una bola de carne, eso es lo que esa bebé, así la llamaban esas figuras azules. 

La limpiaron con cuidado y la envolvieron en una manta blanca, mientras hacían anotaciones en unas hojas. Apenas había llegado y ahora estaba sola. No tenía a nadie, su madre ya había dejado este mundo, me había encargado de ello, pero había regresado a ver cuál iba a ser el destino de esa bebé. Había algo en ella que me causaba curiosidad. Eso sería en términos humanos.

Seguí a aquella figura azulada que la llevaba en algo transparente. Mientras movía sus pequeñas manitas algunas veces. La llevó por un largo corredor hasta una habitación más grande que contenía más boas de carne humanas. Bebés, así los llamaban a cada una de esas pequeñas crías de humanos. Pero mi bola de carne era más interesante, mientras todas lloraban sin parar, ella parecía tranquila. Su pecho subía y bajaba, no tenía preocupaciones.

Me acerqué a ella y me abstuve de tocarla, no quería dañarla. ¿Por qué había reparado en mi presencia? Y lo más intrigante era ¿cuál era la razón por la que seguía con vida?

Aún no entendía la razón por la cual su corazón diminuto, recién estrenado seguía palpitando con fuerza en su pecho. Le había salvado la vida, aún sin querer hacerlo. ¿Eso la hacia mía?

Quizás ahora ella era mi responsabilidad, la había salvado y ahora debía de hacerme cargo de ella, pues además no sabía cuales iban a ser la consecuencias por salvarla, por que ella fuera salvada por la muerte. Pero no me arrepentía de ello, su existencia me hacía sentir menos solo, menos yo, menos muerte.

Sus mejillas estaban rosadas, sus cabeza estaba llena de oscuro cabello. Recordé entonces como sus ojos se habían vuelto platas, eso la unía a mí, quizás eso había sido mi culpa. Tenía que indagar más, observarla. Y cuidar de ella, quizás si me había visto una vez podría llegar a preguntarle cosas, hablar. Pero...

¿Y si me temía?¿Si ella huía de mí?

Quizás era mejor sólo observarla desde las sombras, cuidar de ella sin que lo supiera, sin entrometerme en su vida.

Fue que me di cuenta que ella me había cambiado, había cambiado algo en mí aunque no sabía qué cosa con exactitud.

La miré, ella descansaba tranquilamente. Parecía que estaría bien, que esos humanos sabían lo que estaban haciendo, tenían a muchos de ellos ahí, así que iba a estar bien. Ellos se encargarían de ella.

Y yo cuidaría de ella en las sombras, sólo para asegurarme de que no fuera a convertirse en un demonio o algo así. No sabía que consecuencias debía de pagar yo, no creo que regresarla fuera precisamente algo que se me permitía. Pero ya estaba hecho y ahora mi deber era asegurarme de que ella estuviera bien, que viviera su vida como humana.

La había nombrado con el nombre de una de las constelaciones, pues entre todas las vidas y todas las existencias, sólo ella me había visto, ella había reparado en mi existencia.

Quizás ella podía ser mi esperanza de terminar con mis soledad, una compañía aunque fuera efímera como la luz de las estrellas, pues había visto varias extinguirse durante mi existencia. Aún así eran bellas, hasta su muerte era algo bello de cierta forma, tal vez aunque fuera por unos instantes podría tener compañía, o un nuevo motivo de existencia. Ya no solo me llevaría almas, sino que ahora podría cuidar de ella, de mi pequeña bebé, Adara.

La canción que puse es una canción de cuna en nahuatl, se llama Macochi pitenzin o Makachi pitenzin.

Es bella y la amo, al fin encontré una versión en youtube y como dato curioso si la sé cantar XD XD XD Aunque no lo hago tan bien jajajaja