Prólogo

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A medida que la cortina de la noche caía, una niña con apariencia de chica zorro corría con gran desesperación por el inmenso bosque Kon'muri.
Todo el paisaje estaba teñido de un tono oscuro, como negrura sólida envolviendo el paisaje.

Sin embargo, había claros signos de que los hombres que la estaban persiguiendo estaban acortando la distancia que los separaba.

Pequeñas ramas y hojas estaban enredadas en su cabello plateado que llegaba a los hombros con un pequeño tono Espinela. Mirando a sus húmedos ojos de orbes color azul grisáceo, se podía ver claramente el miedo de una niña de doce años. Sus mejillas tenían un leve rastro de lágrimas.

Aunque la respiración de la niña corriendo era áspera, y la cantidad de
heridas en sus manos y piernas por los árboles y matorrales sólo aumentaba mientras trataba de no enredarse en el bosque, ella seguía corriendo.

Gracias a sus orejas largas y puntiagudas de zorro, era capaz de escuchar los sonidos del grupo de hombres que la perseguían. Sin embargo, los perseguidores no podían ser vistos cuando ella miraba alrededor. La niña era un miembro de la raza de los Foxes Blacksmith-Warriors, elegidos antiguamente para proteger el tesoro de Dios [La Daga de las Arenas], la causa por la que la perseguían y la solución a la causa, era la daga, con ella podría deshacerse fácilmente de los hombres que la perseguían; sin embargo, ella no conocía la fuente de energía que activaba su funcionamiento y sin energía la daga era inútil.

La técnica de combate [cuerpo a cuerpo] de los zorros era extraordinaria, pero la niña aún era muy joven y carecía de una formación adecuada para la batalla, por lo que ella no sabia como manejar esta situación con calma, lo que la forzaba a seguir huyendo.

La niña estaba desesperada por escapar, pero sus perseguidores estaban cerrandole constantemente la distancia.

*[hyun, hyun, hyun]*

Se escucharon unos sonidos silbantes, y de repente tres flechas pasaron a gran velocidad impactando en un árbol frente a la niña. La niña, perdiendo el equilibrio por el susto, cae al suelo torciendoce el tobillo.

Niña:
"AAAHHH!"

La niña sostuvo su pierna por el dolor, pequeñas lágrimas caían en el suelo mientras se retorcía.

No podía perder tiempo, así que rápidamente limpió sus lágrimas e impulsandose de brazos; se levantó con cuidado, para luego largarse a correr con un poco de dificultad, cojeando un poco de la pierna izquierda. Delante suyo se lograba divisar una luz. llena de ilusiones, por pensar que delante suyo se hallaba la salida del bosque, apuro el paso hasta llegar. Al llegar sus ojos se cerraron al encandilarse con la claridad de la luz de luna, al recuperar la vista noto que el camino se había acabado y estaba al borde de un acantilado.

Los arbustos se balanceaban, revelando algunas figuras humanas, con vulgares sonrisas en sus rostros.

Todos los hombres estaban equipados con armaduras de cota malla y túnicas con el simbolo de la Santa Sede, empuñando varias armas. Algunos llevaban una espada y dagas en la cintura, mientras que otros llevaban ballestas.

Hombre 1:
"Atrapadla no dejéis que escape, debemos quitarle la daga para hacernos de su poder"

Un hombre con las manos sobre el arma en su cintura instruyo a los otros hombres. Otro hombre al lado del líder asintió y luego exclamó.

Hombre 2:
"A lo que se refiere nuestro líder; es que debemos recuperar el tesoro de Dios, nuestro señor... así que ya escucharon, no fallen!"

Dos hombres se acercaron a la niña cuidadosamente, lo que indicaba un cierto nivel de habilidad.

La niña atemorizada y sin saber cómo actuar ante la situación, retrocedió hacia atrás.

En el momento en que los hombres se abalanzaron hacia ella, un temblor sacudió el suelo forzando a que los hombres se detuvieran.

La niña perdiendo el equilibrio por el temblor cae al acantilado.

Los hombres en ese momento se quedan atónitos; sin saber que hacer.

Hombre 2:
"¡Maldición!, ¡¿y ahora que haremos?!" Pregunto uno de los hombres sin medir el nivel de su voz.

Hombre 3:
"Bajaremos el acantilado, para poder recuperar el tesoro de Dios, que es lo único que importa" Respondió el otro.

Hombre 4:
"No va a tomarnos mucho tiempo, el cuerpo debe estar destrozado por la caída desde tal altura" Agrego uno.

Hombre 1:
"Callad vuestros hocicos. En lo profundo del acantilado se encuentra el río Hakkai, la corriente se la llevará, no servirá bajar..." Explico el líder de los hombres, trayendo el silencio.

Hombre 2:
"Tsk. Entonces, ¿Qué haremos?" Volvió a preguntar.

Hombre 1:
"Por el momento solo regresaremos al cuartel general"

El líder da la señal para que lo siguieran y luego se retiran adentrándose nuevamente en el bosque.

La niña viéndose devorada por la oscuridad mientras caía en las profundidades del acantilado. Acepta su inevitable final y tomando la daga con sus dos manos apunta a su pecho con la intención de apuñalarce, pero en ese momento el agradable sonido de una campanilla acompañado con los suaves y relajantes ruidos de la corriente del río la detienen.

La niña cierra los ojos con lentitud y una sonrisa de alivio se dibuja en su rostro, con calma coloca la daga en su cintura. Extiende sus brazos y como cortando el agua con sus manos, se sumerge; el agua acaricia su rostro dándole una sensación de frío.

Al volver a la superficie fuera del agua, trata desesperadamente de nadar hacia la orilla del río, pero la corriente es muy fuerte y rapidamente sus cortos brazos se cansan.

Rendida limita sus intentos por nadar a la orilla, dejando que la fuerte corriente la arrastrase.

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The Dark Dragon's BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora