XI

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Lunes 3 de Noviembre

Existe un ilustrador español llamado Joan Cornellà, destacado por su humor bizarro en este nuevo siglo. En todas sus obras alguien muere, sangra, es violado o se destaca por violador. Lo que más me encanta de este tipo es la risa que me causan sus trabajos. Ni en esos sueños majaderos se me hubiesen ocurrido tales cosas, y ahí es cuando concluyo que tiene que realizar un buen viaje para plasmar ideas tan estúpidas y negras. Ha de necesitar de un buen proveedor por allá en Barcelona, se me imagina, y de seguro existen cientos que quisiesen que Joan Cornellà les comprase droga. No ansío que Cornellà me compre, porque ya tengo una joven clientela en la escuela a la cual debo atender.

Mi apariencia de ganso hace que vender sea fácil. Nadie está pendiente de mí, a los docentes no les interesa lo que haga (a menos que afecte a mi trastorno depresivo), y como han de verme mejor y con notas superiores al común, menos atención recibo por parte de ellos.

Como es el primer día, no quise arriesgarme. Le vendí a dos compañeros de literatura para que pudiesen escribir como dioses sus ensayos, en un pasillo bajo las escaleras. Mañana intentaré una táctica más simple. Por cierto, les dije que corrieran la voz, pero que fuesen cuidadosos.

Martes 4 de Noviembre

Cinco personas se acercaron a mí por sustancias simples (naturales… “naturales”), y según lo dicho por el grupete, me faltarían tres ventas para saldar la deuda. Error, craso error, las diez ventas que realice han de ser por productos manufacturados y por dificultad de obtención. Una venta de mierdas simples equivale a un cuarto de una venta mayor, eso quiere decir que me faltan a lo menos siete ventas grandes. Wow, jamás había ocupado las matemáticas en un trabajo tan importante.

Miércoles 5 de Noviembre

Se dice por allí que, un chico muy generoso pensaba comprarme dos pastillas del amor para gozar de una buena sesión de sexo conmigo. Me agrada confirmarte, Mark, que aquel hombre es Zain Malik, mi novio.

El reloj apuntaba las tres y media de la tarde, hora de largarse vuelta a casa. Pero yo no fui a casa, no Mark, fui directo a la casa de Zain Malik, donde esperaban un pequeño grupo de amigos ansiosos por sentir el éxtasis. La familia de Zain se encontraba de vacaciones lejos de la ciudad, y era la oportunidad perfecta para gozar de una buena tarde a solas, más que merecida luego de tanto distanciamiento.

No había querido comentarme lo de sus padres para que fuese una sorpresa, y vaya que sorprendió. Waliyha es una de los nuestros, así que no habrá problema con encerrar los desperdicios horrendos dentro de su habitación.

La tarde aminoraba conforme se escondía el sol, y los rayos fugaces que se colaban al hogar, daban un hermoso tono a la euforia de la alcoba. Una pequeña taquicardia afectó a mi organismo, pero no era nada que los jugosos besos de Zain no pudiesen hacerles pasar por desapercibo. Sus huesudas manos actuaron por si solas en mi cuerpo, subiendo con frenesí por debajo de mi playera. El contraste de colores dictó el “luces, cámara, acción” para un nuevo show en el cual éramos protagonistas, y sus amigos los espectadores.

En un acto de soberbia, derribé el florero y los vasos con alcohol servidos sobre la mesa para que Zain pudiese subirme sobre la plataforma. Entre risas, me dejó que le quitase la casi inexistente playera, y él luego la mía, y los pantalones, y el resto de las ropas que nadie menciona cuando narra estas cosas. Estaba tan extasiado, que sentí tan solo un leve pinchazo al momento de ser penetrado, nada muy complicado. Las embestidas constantes comenzaron a doler un tanto en mi espalda, y es que la madera si bien es excitante, es poco cómoda para el acto sexual.

Solo recuerdo las risas de los espectadores en sus mundos de fantasía, repletos de lugares felices. Un flechazo del cuerpo sudoroso de Zain, con su boca medio abierta soltando un ahh… y esa exquisita sensación cada vez que me llena de su semilla.

Paraíso oscuro: El diario de un chico solitario - Ziall HorlikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora