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Resfriado.

Cada vez que Emma se enfermaba, la casa se convertía en un completo desastre. Y aunque esto no pasara seguido, llevaba su tiempo curarse.
Obviamente, para Melo no era una molestia cuidar de su niña, la cual irradiaba más ternura -si es que eso era posible- de lo habitual gracias a su estado de salud.

 Obviamente, para Melo no era una molestia cuidar de su niña, la cual irradiaba más ternura -si es que eso era posible- de lo habitual gracias a su estado de salud

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-¿Melo?- Una cabellera castaña algo desordenada se asomó por la puerta de la habitación que compartían ambas chicas intentando llamar la atención de la mayor. -Melo- Intentó llamar la atención otra vez, ahora tocando su hombro, ganándose un gruñido por respuesta.

Emma no pudo contenerse y estornudó cubriendo su cara con ambas manos.

No pasaron ni dos segundos que Melo ya se encontraba sentada al borde de la cama observando a la castaña. Sus labios picaban gracias al interrogatorio que estaba a punto de hacerle. Emma se mordió el labio inferior y miró a cualquier otra cosa que no fuese la mirada profunda de su prometida, sabía lo que se acercaba.

-Emma...

La mencionada dio un brinco y retrocedió unos pasos aún sin mirar a Melo, pero sabiendo que esta se acercaba de una manera amenazante.

-Y-Yo...Melo...deben ser los cambios de clima...-Esbozó una sonrisa nerviosa por fin observando a la rubia.

Ésta la tomó por los hombros dispuesta a gritarle.

-¡¿Podrías explicarme el por qué no me hiciste caso los tres días anteriores cuando te dije que te abrigaras?!- Su tono de voz subía con cada palabra. -¿No comprendes que tú de cualquier forma te enfermas? Te dije que esto pasaría...

Su sermón fue acallado por un beso por parte de la menor, el cual -a pesar de estar algo enfadada- Melo correspondió sin molestia. No importaba cuán enojada estuviera, maldición, nunca podría resistirse a Emma.

-¿Perdón?- Exclamó la más bajita sonriendo. La rubia no pudo contenerse y la atrajo a su cuerpo para envolverla en un cálido abrazo.

-Ven aquí, cariño- Dijo apretándola más contra su cuerpo -Eres una dulzura, tan tierna.- Las mejillas y nariz de Emma se tornaron de un color carmesí a la vez que sonreía con la cabeza escondida en el cuello de Melo.

- Las mejillas y nariz de Emma se tornaron de un color carmesí a la vez que sonreía con la cabeza escondida en el cuello de Melo

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