Capítulo II

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Sin salvación.

11 años después.

Después de otro día agotador trabajando, subo las ya desgastadas escaleras del edificio en dónde vivo. No oigo ni un solo sonido de los otros residentes de este lugar, ni el más mínimo murmullo entre las paredes.
A veces creo que soy la única que habita aquí pero solo creo eso hasta que en el segundo piso al fondo del pasillo veo a un niño de no más de 7 años jugar con su pequeña pelota de espuma.

Nunca fui capas de acercarme y hablarle. Solo lo veo y sigo derecho al próximo tramo de escaleras que me lleva a mi piso.
Me duele todo el cuerpo y los párpados me pesan, así que trato de llegar a la puerta intentado no caerme. Una vez frente a ella saco las llaves del bolsillo de mis jeans y abro la puerta con lentitud mientras camino dentro y cierro la puerta de un portazo, camino pesadamente por la pequeña sala de estar hasta la pequeña mesa de café y tiro allí las llaves.
Doy unos pasos más hasta parar en seco y me percato de algo extraño en el lugar. Un olor fuerte y mareante, huele a azufre. Muerdo el interior de mi mejilla esperando lo peor a la hora de voltearme y ver a lo que tendré que enfrentarme.
Siento un hormigueo en mi brazo izquierdo y creo que es por lo fuerte que lo aprieto. Tomó una bocanada de aire y lentamente me voy dando la vuelta para enfrentar lo que se que hay detrás mío.

Cuando encaró a lo peor, lo que creí que habría justo detrás de mí, no hay nada, absolutamente nada.
Parpadeo varias veces para asegurarme de que lo que estoy viendo es real. Lo es, no hay nada en el lugar pero el olor a azufre persiste.

Mis nervios definitivamente fueron una mala pasada de mi mente, pero el aroma que viene de algún lugar desconocido no es para nada falso.
Miró por todas partes buscando el lugar de donde proviene ese fétido aroma. Siento el aroma más fuerte cerca de la ventana de la estancia, abro la ventana y justo en la cornisa hay un líquido amarillo trasparentoso goteando que tiene ese aroma. Miró más arriba y veo que el líquido gotea desde más arriba, de las escaleras de emergencia. Gotea del barandal y las rejillas que hacen de escalones.

Respiro profundamente tratando de calmar mis nervios. Ese aroma a azufre me trae muchos recuerdos nada memorables y muy lastimosos y trágicos. Sólo deseo poder dormir unas buenas horas en mi cama porque que juro que me caeré en cualquier momento del cansancio que tiene todo mi cuerpo.

Antes de alejarme de la ventana, miró rápidamente la pared que está frente a mi ventana y enseguida pego un brinco, lo que veo hace que mi sistema entre en estado de alerta total y retroceda instintivamente percibiendo el peligro.
Lo que se halla en la pared de ladrillo frente a mi ventana es un símbolo nada memorable, es una runa demoníaca que me trae recuerdos. Recuerdos trágicos.

Mis manos tiemblan y siento las palmas frías y sudorosas. Corro a la ventana y la cierro rápidamente junto a las persianas.
Sea lo que sea que esté pasando no quiero hacer parte de eso, no quiero ver lo que pasará. No quiero saber nada.

Camino rápidamente a mi habitación y hago lo mismo que con la ventana de la estancia. La cierro, me quitó los zapatos y los pantalones metiéndome en mi cama a toda velocidad.
No quiero saber nada, no quiero.
Me cubro con la manta de algodón hasta la cabeza y me hago un ovillo bajo ellas.

Sé que lo que va a pasar no será bueno. Nada bueno, lo siento en los huesos. Solo quiero escapar ahora mismo, así que trato de que el sueño me saque de esta realidad de mierda.
Me obligo a cerrar los ojos y tratar de dormir. Me digo a mi misma que todo estará bien, que debo dormirme en el momento.
Pero pasa un rato y no pasa nada. El sueño nunca llega y me desespero, no puedo dormir por muy cansada que este.
Me muevo por la cama tratando de calmar mis nervios estirando y encogiendo mi cuerpo sobre la cama pero no pasa nada. Nada me calma ni hace que concilie el sueño.
Así que me obligo a solo quedarme bajo las mantas, puede que mi cuerpo no quiera dormir pero no pienso salir de mi cama.

Buen tiempo después mis párpados se cierran lentamente haciendo que mi mente se desconecte lentamente de esta realidad. Logro estar en un momento de tranquilidad, casi duermo.
Entonces todo es demasiado bueno para ser real y escucho algo romperse y luego el sonido sordo de algo que cae en el suelo, como un cuerpo.

Mi sistema recupera su estado de alerta total. Todo empeora cuando escucho unas pisadas y algo en mí me dice que está aquí por mi.
Mi cuerpo tiembla bajo las mantas y mis ojos se cristalizan.
Me obligo a mi misma a recuperar el control, entonces comienzo a moverme hacía un lado de la cama para luego extender la mano bajo esta y buscar el cuchillo que siempre guardo bajo mi cama.

La habitación de un momento a otro se torna fría, muy fría y mi cuerpo tiembla. Agarro rápidamente el primer cuchillo que se que servirá para defenderme.
Me abrazó a mi misma con el cuchillo bien afilado. Las pisadas dejaron de sonar contra el suelo pero puedo ver una silueta, una sombra a través del tejido de la manta que parece que me está mirando y se acerca lentamente a mi.

Aprieto con mucha fuerza el mango del cuchillo que tengo en la mano derecha y trato de mantenerme controlada. Veo como una mano se extiende sobre mi con largos dedos y rosa la tela que está sobre mi abdomen y va subiendo lentamente de mi pecho a mi rostro para coger el extremo de la manta, halar de ella y llevarla muy lejos de mi; pero yo ya presintiendo lo que sucedería, para cuándo la manta abandone mi cuerpo blando el cuchillo al aire esperando darle a algo.

Para cuándo me doy cuenta no hay nada en la habitación. Esta desolada y en completo silencio.
Me muevo a cada extremo de la cama para ver si mi atacante se a lanzado al suelo para evitar mis golpes, pero solo está mi manta en el suelo rasgada por mi cuchillo. Respiro profundo y más que decidida me levanto de mi cama y con cuchillo en mano inspecciono todo el departamento; no hay nada.

Más que rendida y exhausta giró sobre mis talones para volver a mi habitación y entonces siento que me caigo y todo el suelo vibra y tiembla bajo mis pies. Me muevo de lado a lado tratando de mantener el equilibrio y me golpeó contra una pared cercana cayendo sentada, con medio cuerpo doliendo por el golpe.
Todo en el departamento se mueve bruscamente, como si estuviera entre una caja y un niño pequeño la sacudiera como a una maraca.

Todo a mi alrededor da vueltas y me siento como en una montaña rusa.
Las persianas se cierran y se abren de forma desenfrenada produciendo momentos de completa oscuridad en mi campo de visión, enfoco mi vista a un espacio completamente inescrutable en dónde la luz no afecta cuando las persianas se abren de relámpago y se vuelven a cerrar igual de rápido. Miró con más atención y una silueta se materializa en el mismo lugar. Enseguida entró en estado de pánico y busco el cuchillo tanteando el suelo con mi mano derecha sin dejar de ver la silueta, cuando  la siento cerca mi pánico aumenta y miro en dónde se supone que debía estar el cuchillo cuando se me cayó.

Busco de forma desenfrenada hasta verlo a dos metros de donde estoy. Me arrastro rápidamente hasta él y lo empuñó lista para lo que sea. La figura se va moviendo conforme  la habitación se torna oscura por el movimiento de las persianas, por lo tanto se mueve de forma pausada.
Trago saliva y me arrinconó contra el muro de la cocina mientras observo sus movimientos.

Entonces es cuando siento como un objeto bastante pesado impacta contra mi cabeza. Todo pasa tan rápido y todo de lo que soy consciente es del agudo dolor en la parte derecha de mi cabeza antes de perder por completo el conocimiento.

Downfall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora