Capitulo I

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Inicios... 




Arlette, la pequeña niña que los demonios habían raptado tras la muerte de su padre; ahora vivía en el propio inframundo. Tierra demencial donde las almas en pena rondaban la tierra infértil y los demonios la custodiaban. Ella siendo por decreto y obviedad la única alma con cuerpo he inocencia misma.

El día en que fueron a su casa a por ella; los vientos aullarón, los árboles y todo ser silencioso se quejaba y lloraba. Todos aquellos sabían que lo que se venía no iba a ser bueno, que Arlette sufriría y el mundo con ella.

Los orígenes de Arlette son desconocidos para el hombre, pero no para estos seres fantásticos que todo espía y saben. Arlette no era como cualquier niña humana, era especial, muy especial. Mucho antes de que ella fuera concebida en el útero de su madre, todo ser invisible y poderoso estaba al pendiente y esperaba con ansias su nacimiento. Deseaban que llegara.

El día en que ella nació, cielo he infierno cantaron y se regocijaron ante su llegada. Ella era un regalo, un regalo de ambos mundos enemigos.

Para un bando seria la liberación, la llave que los llevaría al triunfo.

Para el otro, seria quien salvaría al mundo del mal acechante.

Para ambos, ella era precisamente quien marcaría el fin de los tiempos. Ella era una criatura desolada, para entonces huérfana.

—Señorita Arrieta, ¿dónde están mis padres?—le preguntaba la inocente Arlette todos los días a la pobre señora que hacia aseo en el orfanato todas las mañanas.

Esa mujer qué iba a saber de los padres de esa huérfana. Todos ahí dentro sabían que estaban allí porque, o no los deseaban o sencillamente algo horrible habría sucedido con sus cuidadores. Eso se podría decir de un orfanato creado por el hombre.

Pero estamos en el inframundo señores. Si ahí había un orfanato, era porque sencillamente en ese lugar terminaban todos los niños no deseados por el hombre, y a lo que se quiere referir, es que en ese lugar estaban todos los niños matados a manos del hombre. Todos los embarazos no deseados, todos los niños no nacidos y todos aquellos que tuvieron una vida muy corta y jamás fueron bautizados. Arlette a su corta edad que iba a saber sobre aquello, si apenas tenía 4 años.

Ella fue creciendo y siendo transferida de orfanato en orfanato. Era la única que crecía en ese lugar, la que ponía en frente un verdadero reto para quienes ahora la cuidaban. Paso su vida hasta los 16 años en 5 orfanatos diferentes, todos dirigidos por demonios los cuales estaban siempre al pendiente de la pequeña.

Justo en ese último orfanato llamado "Sould-sunrise" a la edad de 16 decidió escapar, ya harta de su realidad, de saber que jamás seria querida por nadie y que siempre sería la extraña del lugar. Cansada de pasar de mano en mano por todo la "ciudad". Claramente ese lugar indeseable, tenía un nombre que todo el que lo habitaba conocía. Su nombre no menos memorable: "Fallapse".

La única diferencia que existe entre Fallapse y el mundo mortal, es la población. Es todo lo que se diferencia. Tengan en cuenta que es como una ciudad normal, pero su gente está muerta y los demonios son los regentes. En Fallapse hay estratos, empleos, escuelas y todo un gobierno.

Volviendo a nuestra narración, Arlette al haber escapado de Sould-sunrise, desato la ira de los demonios que estaban de guardia en ese lugar. Iniciaron una cacería hacía Arlette buscándola incluso por debajo de las piedras. Ella como pudo sobrevivió y escapo de sus garras. Se escabullo en la zona más habitada de la ciudad, buscó un empleo y se hizo pasar como un alma en pena, que en ese lugar seria uno de los estratos más bajos.

Hizo cuanto pudo para pasar desapercibida. Lo hizo bien por un tiempo, hasta que unos meses después la encontraron. Le hicieron la vida cuadritos,  dejándole mensajes con cada paso que daba hacia su futuro libre y mostrándole mensajes horribles en sus sueños. La castigaban por desobedecer y abandonar su lugar junto a los demonios. Poco a poco todo iba de mal en peor, Arlette en acto de desesperación los encaró:

­—¿Qué es lo que quieren de mí?, ¿por qué no me dejan en paz? Basta... por favor.—Rogó a los cielos color ébano. Su cielo, el cielo de los demonios. Fue escuchada, el mismísimo Satanás respondió a sus plegarias materializándose ante ella.

—Arlette... ¿Qué es lo que has hecho para enfurecer a mis hermanos? Dime.—Le pregunto con una voz dulce y paternal. Como si un Ángel hubiese bajado del mismísimo cielo creado por Dios y le estuviese consintiendo con sus propias palabras.

—Yo no hice nada. Nada malo, sólo lo que me pareció correcto... ¿Acaso el sólo hecho de querer escapar de ese orfanato que ya no se adapta en lo absoluto a mis necesidades es un crimen? Si lo es, dile a tus adeptos que lo siento, pero ya no puedo soportar vivir bajo un techo en el que todo lo que yo haga sea observado. Estoy harta... Quiero ser libre, vivir sola, bajo mis propias reglas.—Le respondió Arlette al señor del inframundo.

—Bien, lo que has hecho ha estado muy bien chiquilla. Querer romper las leyes del patriarcado está bien—razonó Lucifer—pero no, si lo que intestas romper son nuestras propias leyes... Eso sí que no lo tolero. Por otra parte, teniendo en cuenta tu edad y lo que se adapta a ustedes los adolescentes, tendrás mi protección y podrás vivir bajo los muros de esta ciudad... pero no fuera de ella. Si me entero que tienes la más mínima intención de escapar, maldeciré tu alma y te arrojare a las llamas infinitas del infierno.—Dicho esto. Lucifer beso la frente de la niña dejando una marca invisible en está y desapareciendo en una nube de humo rojo. 

Downfall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora