Hace frío. Quizás llueva y somos pocos en el parque.
Tengo ganas de fumar, pero no veo al Roro. No vino.
Todo mal.
Veo a la Cata. Siempre de negro, se nota que ha llorado.
¿Cata tienes uno? le pregunto saludándola con un beso en la cara.
No, no tengo -se disculpa-
Vamos para el lado de la estación. Vi al Kevin allí. Quizás tenga uno.
¿Qué te pasó? Le pregunto dudosa al ver sus ojos.
Lo de siempre, problemas. Y baja la cabeza.
¡Cuéntame! Le suplico.
La Cata es bonita, pero siempre llora, quizás más que yo.
Vamos a buscar al Kevin mejor -me contesta evitando mi pregunta-
La sigo. Total no tengo nada más que hacer. Y me siento mal. Estoy frágil.
¡Kevin! Le grito cuando veo al único que puede darnos lo que necesitamos.
El Kevin es un buen amigo, siempre tiene yerba.
¡Puta la carita que tienen! -Nos saluda con aire chistoso.
¿Y la tuya? -le contesto riéndome de él.
¿Tienes algo? le pregunto ansiosa.
Un buen pito me vendría de perilla.
Si tengo, pero ¿Cuándo van a comprar ustedes? pregunta cabreado.
¡Convídate uno! Le suplico. Mira que la Cata está triste.
¡Media novedad! ¿Qué te pasó ahora Cata? y la mira por sobre el hombro preocupado.
Nada, problemas -contesta con sus bonitos ojos a punto de llorar.
La Cata evade, siempre evade.
La yerba del Kevin es potente. Estoy mejor y me rio.
La cata se ríe.
El pasto del parque se mueve y yo me muevo con él.
Beso a la Cata. Es linda. Me gusta.
Beso al Kevin. Es lindo y también me gusta.
Es tarde. Quizás las ocho. No sé. Tengo hambre.
Sacó 300 pesos y compro dos sopaipillas en el carro de la estación.
La Cata se come una de un tirón.
El Kevin se compra dos, le hecha un montón de mostaza y se las come sin compartir.
La señora del carrito lo mira raro. Él no se da por aludido.
Me voy. Mañana tengo escuela.
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Ella está sola, negro.
Short StoryEs una niña y está sola. Quiere morir y a nadie parece importarle.