El frío hielo bajo sus pies

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[6 meses después]

 En su mente había muchos llantos, y su caminata por la ciudad parecía ser un laberinto sin salida, pues deseaba llegar a casa, pero sentía como sus pasos se volvían cada vez más lentos, torpes.

 De repente se sintió extraño, aturdido. Volteó hacia atrás, y aún notaba el edificio, y el barandal. Sus pies no sentían el mismo frío que hace tiempo atrás, como si lo que sentía en aquél momento, fuera desconocido para él.

 Producto de su iracundo sentir, tal vez, aún se sentía furioso por dentro, como si las lágrimas cayeran en picada dentro de su pecho y no pudiera parar de sentir esa presión en su estómago, angustia e incertidumbre.

 La brisa lo golpeó fuertemente e hizo que su bufanda se desenredara de su frío cuello. Sus clavículas destapadas bajo su abrigo se hacían notar en su triste paso hacia su perdida prenda que aún recorría el duro hielo que invadía el suelo que pisaba.

 Tomó su bufanda, y atiborró la mitad de su rostro sobre ella mientras se la colocaba. Sus ojos pasaron a verse tristes en aquél momento, una vez más.

 Sus lágrimas caían y eran arrastradas en el aire por la brisa que aún no amainaba.

 _¿Por qué estoy tan triste? —Pensó— ¿por qué no dejo de pensar en todo lo que me duele?

 Dentro suyo había una nefasta guerra por tomar el poder de su corazón, por un lado el enojo, y por el otro la tristeza que se negaba a irse.

 _Por qué yo…

 Golpeó con la parte inferior de su mano cerrada el suelo, y apretó sus dientes.

 _¿Qué me sucede?

 Lloraba, sus apagados llantos se manifestaban. Se encontraba debajo de las techumbres de un pequeño negocio con las persianas cerradas.

 Impactaba su espalda sobre la persiana, y golpeaba su cabeza con ella, también.

 Todo era muy confuso, su comportamiento era extraño, sus lágrimas salían sin que él lo quiera, y su ira lo estaba quemando por dentro, como si fuera un alma en pena en plena tarde de invierno que lo congelaba, y le hacía sentir la soledad en aquella calle despoblada.

 _Quiero irme… quiero irme de aquí. —Balbuceaba entre llantos mientras secaba sus lágrimas.

 Tiempo atrás sintió lo mismo, él lo sabía, pues jamás había dejado ese lugar en realidad.

 Camine lo que quiera caminar, él siempre volvía al mismo lugar y no podía alejarse más allá de la distancia justa para notar aquel barandal y el edificio. Lo intentaba con todas sus fuerzas, y lo quería ignorar.

 Él no estaba…

 Él no… no sabía cómo escapar.

Y es así como se detuvo el tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora