La última sonrisa en aquella fría ciudad

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 Oía como el viento se volvía más y más fuerte, a cada momento, silbándole brutalmente a sus aturdidos oídos que se encontraban conscientes de la tortura que él debía soportar.

 _Conozco tu secreto. —Oyó nuevamente, después de un largo tiempo— Lo conozco.

 El chico paulatinamente abrió sus ojos mientras secaba sus lágrimas que empapaban su frío rostro.

 Era ella, de nuevo. La pequeña chica que vio aquella vez sobre el edificio, y la cual lo sorprendió en una ocasión.

 _¿Secreto? —Parecía no recordarlo.

 _Sí… conozco tu secreto. —Dijo la joven y acarició el cabello del chico.

 Sonrió dulcemente, su rostro parecía traerle paz al chico, que hace unos momentos lloraba desconsolado.

 Ésta vez, el flequillo de la joven se encontraba más visible, tapando parte de sus ojos, como si los escondiera.

 La chica se puso de cuclillas y tomó el mentón del triste joven que la observaba atónito. Volvió a sonreír, y ésta vez dejó que todo su rostro se notara. Sonrió, pero más allá de esa sonrisa, habían lágrimas en los extremos de sus tiernos ojos.

 El joven sorprendido la observaba callado, sorprendido y a la vez nostálgico, perdido. La sonrisa de aquella chica lo destruía por dentro, pero a la vez le daba paz, calmaba los llantos en su interior, y desterraba esa ira que lo estaba terminando de matar.

 Repentinamente, sintió ese calor en su pecho que hace ya mucho no lograba sentir, y su rostro pasó a tomar la forma de un lamento agónico que al fin dejaba salir y lo impulsaba a abrazar fuertemente a la joven que se encontraba frente a él… fuertemente, presionándola como si no quisiera soltarla nunca… como si se arrepintiera de algo.

 _¿Lo recuerdas? —Dijo la joven tocando débilmente en el hombro del chico.

 _Lo siento…

 En su mente explotaban fuegos artificiales, y volvían los recuerdos que alguna vez había perdido.

 El frío y el viento comenzaban a volverse cada vez más brutales entre ellos, y los empezaba a empujar sin piedad.

 Recordaba a esa pequeña joven, recordaba como la tomaba de la mano tiempo atrás.

 Era un chico que no solía mostrar mucho sus sentimientos, pero algo lo retenía en esos momentos en donde él quería mandar todo a la basura

 Sí… era ella, como su soporte detrás de él, empujándolo más y más, ayudándolo a llegar a la meta. Recordaba sus besos, sus abrazos, oía sus bostezos en su mente, la recordaba llorar y sonreír, la amaba, realmente a ella la amó como a nadie nunca pudo amar.

 Comenzó a apretarla más y más fuerte, aferrándose a las prendas de la pequeña joven que por fin lo vino a buscar.

 Recordó aquél día en donde todo se volvió oscuro para sus ojos.

 Una simple llamada lo asesinó.

 Su mente se había puesto en blanco, y la ira lo cegó tanto que llegó a sentir una tristeza que no podía controlar.

 Caminó solo por las calles en aquél día nevado que se volvió eterno en el mundo en donde él ahora se encontraba, en su gris futuro.

 Caminó y no se detuvo hasta que por fin dio con su final, en aquél edificio, sobre la cornisa que tanto lo incitaba a dejarse ir por fin.

 ¿Qué lo había impulsado a tanta desgracia?

 _¿Por qué yo…?

 Caminaba sobre el extremo del edificio, sonriendo y a la vez llorando, sufriendo y gritando, odiando.

 _Sí… los recuerdos jamás se irán. —Dijo aquella vez mientras el rostro de la persona que amaba lo impactaba una y otra vez, sonriendo, llorando y dándole calidez en un pasado.

 Se arrodilló bruscamente y presionó su pecho. Gritó una última vez, furioso, maldiciendo.

 Gritó y cayó sonriendo, sintiendo esa ira que jamás dejaría ir.

 Todo se apagó, y repentinamente, él se encontraba allí, ahora, abrazándola una vez más.

 _Te extrañé tanto… de verdad no podía creerlo. —Dijo a la vez que se percataba del calor en su pecho— Nunca volviste, y me perdí aquí.

 Se oyó a la joven llorar desconsolada mientras ella devolvía ese brusco apretón con su pecho.

_Siento no haber podido llegar antes, lo siento mucho. Siento no haber podido mirarte a la cara cuando te vi aquella vez, sólo me fui, me marché por miedo a no querer dejarte ir jamás. —Dejó de abrazar al joven y tomó su mano— No quiero dejarte ir nunca.

 El joven se desesperó al ver los tristes ojos de la chica.

 _No me iré. —Él sabía el destino que le esperaba en solo unos instantes— ¡Jamás me iré!

 _No mientas, tonto… —Dijo ella.

 El viento comenzó a arrastrar la imagen de la chica.

 _¡Espera, no te vayas!

 _Lo siento mucho, lo que ahora está sucediendo, no lo olvidaré nunca. Porque nuestro amor alcanzó a traspasar las barreras de la muerte, ¿verdad?

 _¡Espera!

 Tomó fuertemente la mano de la chica.

 _Iré por ti… tarde o temprano te encontraré una vez más, aunque me pierda, una, y otra, y otra vez. No importa las veces que yo me pierda, te encontraré una vez más.

 La joven sonrió alegre, y lo último que quedó de su imagen fue aquella última lágrima que dejó caer producto de su felicidad por haber visto una vez más a la persona que amó tanto.

 El joven se quedó allí, inerte sobre la nieve, tapándolo lentamente, tal vez su final y destino sería en lado contrario al que ella iba, pero no se arrepentía de haberlo perdido todo si con ello lograba verla una vez más... Y lo logró.

 Recordó todo sobre ella una vez más, como si intentara no olvidarla, aferrándose, sonriendo para no llorar… sus peleas, sus enojos y su hermoso rostro dejándolo solo en esa triste soledad. Recordaba el amor que por ella llegó a sentir, esos días de frío que no se escapaban del cuarto donde solían abrazarse fuertemente, los besos y los días felices, su primeras caricias, y las primeras palabras con las que lograron conocerse.

 Lo recordó todo, y comenzó a oírse como reía alegre, casi tapado por completo por la nieve, con su imagen diluyéndose en el viento, en dirección hacia el triste cielo nublado, en dirección a ella… una vez más.

 Fin

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⏰ Última actualización: Dec 15, 2017 ⏰

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