No había amor en ese lugar, ni una pizca de emociones para su persona, pero ¿qué podía hacer? Era sabido que en algún lugar de ese gran terreno habitaba el rey de las Maldiciones, Sukuna Ryomen, el cual los aldeanos adoraban como a un Dios, porque eso era para ellos: un dios que era piadoso si se le mantenía alegre. Algo difícil a su parecer.
Las madres ofrecían a sus hijos a Sukuna, con dolor y un mar de lágrimas entregaban a sus bebés en brazos de Uraume, quien era algo así como sirviente de aquella Maldición.
-Sukuna quiere renacer.
Los comentarios de sus siervos más fieles se escuchaban cerca, murmuros que ignoraría con todas sus fuerzas ya que no era un tema que le importara.
-Pero nuestras mujeres no pueden soportarlo, Sukuna-sama no es alguien que soporte los llantos de una mujer débil; además... ¿supieron lo del viejo Itadori?
Eso ya era grave, su abuelo le había dicho que ni uno de los aldeanos era confiable, que tenían que irse de ese sitio a como de lugar, que no tenían que servir a nadie. Pero ni uno de los dos logró nada.
Cinco años había pasado desde que los comentarios de que Sukuna quería renacer o crear una nueva maldición, cinco años en los que tuvo que esconder todo de si mismo, cinco años... y dos sin que su abuelo estuviera con él.
Ese día era especial porque las mujeres escogidas se habían elegido para ayudar a dar un nuevo ser. Sukuna renacería o crearía una nueva maldición.
Todos los aldeanos entraron a su territorio, las mujeres iban en medio mientras los jefes de la aldea, en frente, los demás aldeanos iban atrás cuidando que las mujeres no escaparan o decidieran que ya no serían las elegidas.
Al entrar en aquella posada, sintieron como la fuerza que tenían había abandonado sus cuerpos, obligando a cada uno de ellos a arrodillarse ante Ryomen.
-Sukuna-sama...
El hombre que había hablado fue cortado en pedazos por Ryomen, dejando a los demás asustados y sin poder procesar lo que había pasado.
-¿Quién dijo que puedes hablar? -sentenció- Yo escogeré quien puede ser la que llevaré en su vientre a la maldición.
Sus ojos se concentraron en cada una de las mujeres, negando y matando a cada una a la que no encontraba interesante o creía que era débil. Siete mujeres habían pasado. El suelo estaba cubierto de sangre y Uraume ofrecía esa carne a su amo.
-Tú... -Las últimas 4 mujeres pasaron por lo mismo, su carne serviría para muchas cosas en un futuro, o unos días. Después de ellas, señaló al pelirosa haciendo una seña con uno de sus tantos dedos para que se acercara.
-... -Yuji no dijo nada, con pasos lentos se acercó a Sukuna, arrodillándose e implorando en sus adentros que le perdonara la vida.
-Serás mi esposa... Llevarás a la maldición en tu vientre, así que te quedarás aquí.
No tenía derecho a reclamar nada ya que los aldeanos ni siquiera le ayudaron, su abuelo tenía razón, todos eran unos traicioneros.
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.¿Cuánto había pasado? ¿Días, semanas, meses o tal vez años? No, simplemente fueron ocho meses desde que la ofrenda para que una mujer pudiera tener un hijo de Sukuna resultara mal. Aunque todas fueron asesinadas el único que fue escogido fue Yuji. Entre todo eso, sus desgracias aumentaban cada día.
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Historia De Amor
FanfictionLlevar una maldición en su vientre llevaba preparación, pero Sukuna vio en Yuji lo que nadie más: un chico especial capaz de tener un ser en su cuerpo, un recipiente en todos los sentidos. Yuji iba a llevarse ese secreto a la tumba. Iba a quitarse l...