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Caminar no era su plan para la noche, después de una cita horrible al menos esperaba haber vuelto a casa en coche.

El tiempo había empezado a cambiar y empezaba a sentir el frío atravesar su piel, sinceramente estaba harta de las citas a ciegas que sus amigas se habían encargado de organizarle.

Estiró las mangas del vestido, se pasó la mano por el pelo y contuvo un gruñido, se había arreglado para nada.

Paró en el cruce de la calle, levantó la cabeza y bufó, el cielo estaba completamente gris amenazaba con empezar a llover en cualquier momento.

Abrió el bolso, rebusco, sacó el móvil y suspiró, batería agotada.

Soltó un poco de aire y se estremeció al sentir una gota caer sobre su cabeza, las demás llegaron unos segundos después, una tras otra sin fin.

Corrió hasta quedar bajo una lona y sonrió, la noche no podía ir mejor.

-No deberías haber salido vestida así, las temperaturas han bajado.

Giró la cabeza y bufó, ¿Cómo no?, la situación era simplemente muy cliché. Apoyado sobre la fachada con un cigarrillo entre las manos un chico de ojos verdes miraba de forma desinteresada el suelo, si no fuese porque había leído demasiados libros estaría más que encandilada con la famosa aura de "chico malo", estaba escrito en letras mayúsculas por todas partes, sólo había que ver su ropa, chaqueta de cuero, pantalones rasgados y una moto que posiblemente era suya a un costado.

-Ajá.

Él se empezó a reir, levantó la cabeza y le guiñó un ojo.

Bufó y se pasó las manos por los brazos, hacia demasiado frío. Cogió aire, contó hasta diez, se llevó las manos al pelo y se lo soltó, al fin y al cabo no había nadie a quien quisiera impresionar.

Empezó a caminar hacia la lluvia, no parecía que fuese a amainar y tenía unas gigantescas ganas de volver a casa, un poco de agua no la detendría.

-¿Quieres que te lleve?.

Se dio la vuelta con el pelo chorreando, levantó una ceja y sonrió negando.

-No es nada personal créeme, pero dicen que a veces es mejor la soledad que la decepción de una mala compañía.

Sonrió y se despidió con un ligero movimiento de mano.

Corrió todo el camino de vuelta a casa, le ardían las piernas y sentía el pecho caliente, sonrió al ver las plantas de la entrada y se estremeció del frío, no tendría que haberle hecho caso a sus amigas, ahora se estaba muriendo de frío y posiblemente estaba incubando un buen catarro.

Las manos le temblaron al sacar las llaves del bolso, abrió la cerradura y suspiró al entrar en la seguridad del portal. Siguió su camino hacia el ascensor dejando un riachuelo a su paso, seguramente al encargado del edificio no le haría mucha gracia.

Entró al escuchar un gritó desde la plata superior, sus vecinos no tenían demasiada paciencia. Estiró la mano hacia el vestido, estaba goteando por todas partes, se abrió la puerta del ascensor y dio un paso hacia afuera, suspiró al mirar la puerta del final del pasillo, se mordió el labio y negó lentamente, no iría, no debía, ellos habían terminado, él tenía la culpa y no iba a rebajarse por un poco de compañia, al fin y al cabo la soledad tampoco estaba tan mal.

La mayoría de las personas le decían que estaba loca, que debería alejarse de él todo lo posible, pero no iba a mudarse por un idiota con ínfulas de grandeza, se lo había dejado más que claro y no iba a echarse atrás.

Abrió la puerta y entró, nunca le había gustado la calefacción automática pero ahora lo agradecía. La casa estaba en completo silencio, el sofá gris adornando la mitad del salón y una pequeña mesa de cristal en el centro, todo rodeado por una hermosa cristalera, esa había sido la causa principal de que hubiese alquilado el piso, las vistas eran magnificas, se veía toda la ciudad desde arriba, se acercó un poco hacia ellas, soltó un poco de aire contra el cristal y sonrió ,siempre le había gustado la lluvia, pero prefería estar en casa acompañada de una buena taza de chocolate caliente y uno de sus libros favoritos.

Se quitó los zapatos y los tiró hacia la entrada, lo siguiente en caer fue el vestido, sacó el móvil del bolso y buscó el cargador entre todas las cosas que tenía en el cuenco de la entrada, se sentó en el sofá y cogió la manta que reposaba sobre uno de los brazos de este.

Se envolvió de los pies a la cabeza y se estiró hasta llegar al enchufe. Puso a cargar el móvil y sonrió cuando empezó a escuchar el sonido de las notificaciones de las llamadas perdidas y mensajes de sus amigas, sonrió y dejó el móvil apoyado en la mesita central, las haría sufrir un poco más.

Cogió el mando y encendió la televisión, estaban pasando una de las películas que más aborrecía, era la tipica historia de amor donde la protagonista era una chica tonta que terminaba enamorándose de algún idiota que seguramente la cagaría y al final terminarían juntos como en todas las malditas películas de Hollywood. Suspiró y se hundió entre los cojines del sofá, sonrió al sentir la temperatura aumentar, definitivamente tendría que agradecerle al inventor de la calefacción.

Bostezó y todo lo demás paso a ser negro, ahora volvía a ver esos ojos verdes que llevaban semanas persiguiéndola.

FarfallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora