- Recuerdo el primer día que te vi, cruzamos un par de palabras, y supe que tenías algo de especial, algo que probablemente nunca iba a encontrar en ningún otro lugar con ningún chico; en ese instante supe que no eras un número más en mi lista de contactos, ni un amigo más, eras, por cuestiones inexplicables, mi hilito rojo.
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