1.Conociendote.

1.1K 97 53
                                    

Fred.

Yo... Estoy bien, muy bien.

Todos piensan que no. Dicen que soy un demente, que no soy normal, que me faltan piezas.

Que estoy... Roto.

Pero todo eso es mentira, no estoy roto. Loco... No sería una palabra adecuada.

Yo... Soy yo.
Además, ¿Qué es ser normal? No lo sé, y creo que nadie lo sabe.

No estoy loco, sólo... Pienso diferente a los demás.

Es lo que Padre siempre me dice.

Padre y yo... Somos diferentes, y la gente no sabe entenderlo.

En fin.

Otro día, otra noche. Mi cuarto y yo, como siempre.

Pero no es solitario, porque Madre esta siempre a mi lado.

Esta sentada en una pequeña silla para muñecas al lado de mi cama, una expresión tranquila en su rostro y sus ojos rojos como la sangre, su cabello negro cual carbón. Y un hermoso vestido detallado color carmín.

Madre es la muñeca más linda que tengo. Padre la hizo para mí.

Guardo la belleza de Madre en una muñeca idéntica a ella hace tiempo.

Yo lo vi. Los gritos de Madre eran ensordecedores, pero después de un rato término.

Padre dijo "Así su belleza nunca se manchara y durara para siempre intacta."

Mire a un lado de mi cama donde estoy acostado, tome a Madre entre mis brazos y la abrace con cariño.

-Te quiero, Madre -Sonreí.

Madre estaba muy enferma, pronto nos dejaría. Padre dijo que era lo mejor, aunque Madre se negaba, al final, Padre la mató.

-Madre no está molesta con Padre, ¿Verdad? Lo hizo para que sigas con nosotros -.

Note que el sol entraba por la ventana, ya amaneció.

Deje a Madre en su silla y tome mi mochila que esta al lado de ella, la deje en la cama y fui a darme una ducha.

Después de un rato salí, busque mi uniforme en mi closet y me vestí. Me mire al espejo para acomodarme la corbata. Me peine mi negro cabello y me hice una coletilla pues era algo largo y me tapaba la cara.
Dirigí mis ojos rojos a la ventana, había un pajarito en ella, lo escuche entrar.

Es muy bonito.

Me moví rápido y lo agarre entre mis manos.

-Que bonito eres -Le acaricie el pecho con mi pulgar- Pero tus plumas se perderán. Pero, yo las salvare -.

Empecé a apretarlo, lentamente tome más fuerza. El pajarito pillaba y se movía, pero después ya no.

Sus blancas plumas se marcharon de roja sangre. Mis manos fueron manchadas por ese rojo también.
Aun así, sonreí, porque ahora Padre guardará su belleza para mí.

Mi Muñeco (Frededdy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora