3. Celandote.

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Fred.

Me visto lo más rápido que puedo.

Paso todo un día, ya no puedo esperar más tiempo. Ya me vestí y me estoy acomodando la corbata del uniforme, es un poco difícil, jamás lo entendí.

Termine, agarre mi mochila, me despedí de Madre y baje al primer piso.

Mi Padre estaba listo para irse a su trabajo, se veía más serio que de costumbre.

-Fred, hijo -Me llamo y me acerqué a él- Llegó tarde al trabajo, podrías ser un buen hijo y llevarle comida a mi sujeto de pruebas en el sótano, por favor -.

-Claro Padre, todo por ti -Sonreí.

-Gracias hijo. Te veo muy animado hoy, ¿Por qué? -.

-Hice un nuevo amigo, Papá. Lo conocí ayer y me trato bien, quiero verlo hoy -.

-Me alegro. Llegare tarde, cierra todas las puertas y ventanas, ¿Okey? ¿Cómo está tu madre? -Me alboroto el cabello.

-Acabo de peinarme, Papá, no je je... Madre esta muy bien -Quite la mano de mi Padre de la cabeza.

-Que bueno, en fin, la familia siempre será lo más valioso. Perdón por no poder pasar tanto tiempo contigo, Fred, sabes que el trabajo y mi investigación consumen mi tiempo como tú el espagueti -Rió y se salio de la casa.

Sonreí y fui por un plato donde deje el agua y el pan, después me dirigí a la puerta del sótano al lado de la escalera. Abrí la puerta y baje las escaleras hasta el sótano que era bastante grande. Había una esquina donde el sujeto de Papá estaba encadenado.
M

e acerqué tranquilamente, era una mujer joven y muy bonita, con un cabello rubio y piel pálida. Vestía un viejo y roto vestido blanco que Papá les pone de ropa a las chicas.

-Te traje la comida -Deje el pato a su alcance.

Cuando me levante ella me miró fijamente y grito.

-¡Ayúdame! ¡Por favor, sacame de aquí! ¡Ese hombre es horrible, esta demente! ¡Liberame! -Sus hermosos ojos verdes se llenaban de lágrimas.

Las lágrimas los hacían brillar y lucir como dos esmeraldas, que vista tan bonita.

-Me duele mucho... Ese hombre me quito mis manos... Me dejo aquí a morir... -Sollozaba la mujer.

-No te deprimas, pronto se terminará. Y Papá usará todas tus partes bellas como tu pelo y tus ojos. Los guardará para siempre y así jamás perderán su belleza. ¿No te alegra? -.

Ella no respondió, sólo empezó a llorar y llorar. Igual que todos los demás.

-Ustedes están locos... ¡¿No te das cuenta de lo que tu padre hace?! ¡Es un maldito asesino! -.

-Aunque haya que sacrificar unas vidas... Matar nunca es la gran cosa... El dolor no es nada... Tu sufrimiento me da risa. Pero todo eso es para un bien mayor -Sonreí y me fui.

Ella me gritaba cosas, me maldecía, me insultaba.
Salí del sótano y me senté en la puerta, ella seguía gritando. Sólo empecé a reír, y a reír y reír.

¡Sufre! ¡Sufre! ¡Tú nunca lo entenderás! Aunque de igual forma morirás.

¿Loco?

Loco...

Los gritos pararon, ya no se escuchaba nada, quizás se canso de tanto gritar.
Me levanté y fui hacia la cocina, tome mi desayuno y almuerzo del microondas y los metí en mi mochila para irme.

Mi Muñeco (Frededdy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora