Pasaron los días y todo trascurría con mucha calma, mi padre mi hermana y yo no podíamos salir a la calle para que no se supiera que estábamos aquí, en cambio, mi madre y mis abuelos si podían salir a la calle.
Las leyes de la casa no eran muy graves, podíamos hacer lo que quisiéramos en la casa, excepto por algunos detalles.
No elevar mucho la voz ya que si alguien escuchaba distinguiría enseguida la diferencia entre la voz de dos niñas a la de mis abuelos y mi madre.
Tampoco podíamos abrir la ventana del corredor, ya que daba a la ventana de otra casa vecina, las demás ventanas si podían abrirse.
No podíamos salir a la calle por nada del mundo y después de eso todo estaba bien.
Muchas veces salíamos al patio de atrás para disfrutar del aire libre y jugar en la tierra.
Desgraciadamente esos privilegios no durarían por mucho tiempo.
Con el pasar de los meses los militares fueron cada vez mas "exagerados" con su búsqueda y su mentalidad de querer acabar con todo aquel que no era semejante a ellos.
Comenzaron a escucharse ruido de bombas y disparos, llegaban citaciones a las casas de las personas y no se podía ya salir a la calle sin cruzarte a un militar que te mirara de arriba abajo con desconfianza (esto último lo sabíamos porque mis abuelos nos lo contaban),se nos privo de muchas otras libertades como por ejemplo: no se nos permitía viajar en tranvía, no se nos dejaba viajar en coche, sólo se podía hacer la compra en cierto horario, no se podía salir a la calle de ocho de la noche a las seis de la mañana, no se podía ir a lugares públicos como cines y bares, y muchas otras privaciones mas que no recuerdo ya. En esos momentos no me preocupaba mucho por eso, en la casa de mis abuelos tenía todo lo necesario y no necesitaba salir a la calle.
Contaba con todas las comodidades, tenía a mi familia, comida, calor, agua para higienizarme y un baño con su retrete. No se podía pedir más, teníamos todo lo necesario, y aun mejor estábamos si nos comparábamos con otras personas que también debían estar escondidas para que no las atraparan, pero no en un lugar tan cómodo como nuestra casa.
Nosotros también estábamos escondidos pero no lo pasamos para nada mal, podríamos haber vivido ahí toda nuestra vida sin ningún problema. Nuestra madre había llevado todo el dinero que teníamos en nuestra casa del pueblo y mis abuelos eran de buena posición económica, los precios subían pero aun así podíamos tener lo necesario.
Lo que más nos atormentaba eran las bombas y disparos, se escuchaban en cualquier momento, en mitad de la noche, mitad de la tarde o en la madrugada, era impredecible, no podías saber cuándo caerían de nuevo.
La sensación que provoca el escuchar las bombas no lo voy a poder olvidar jamás, y estoy segura que las otras personas que hayan pasado por ese periodo sienten lo mismo, primero te quedas paralizado del miedo, cuando reaccionas buscas desesperadamente a tu familia para reunirte con ellos y encontrar un lugar seguro para quedarse acurrucados mientras se espera que el bombardeo pase, al día de hoy aun creo que si no estuviera el ruido de las bombas se podría escuchar claramente el sonido de nuestros desesperados corazones palpitando.
Siguieron pasando los meses y los bombardeos seguían, pero aparte de eso nuestras vidas era tranquilas.
Por nuestros abuelos y la televisión nos enterábamos de todo lo que ocurría, sabíamos que había gente en peores condiciones que nosotros y eso nos daba más fuerzas para enfrentar lo que vivíamos.
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Cinco Palabras
Historical FictionCinco palabras Es increíble como cinco palabras pueden cambiar tu vida para siempre, frases como "quiero vivir a tu lado" o "no voy a dejarte ir" pero también otras como "Mae, tu hermana ha fallecido". Necesito decir esto, necesito contar esta histo...