¿Quién dijo que en los campos hay tranquilidad? - Capítulo 6

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Estuve dentro de ese campo de concentración durante medio año. Medio año en que solo sucedieron cosas malas. Sucesos que me marcaron de por vida.

Día a día nos obligaban a hacer trabajos forzosos. Cargar leña, picar piedras, cargar frutas y servir a los superiores. Gracias a nuestro trabajo en los campos con el arado de papa o cosechando al sol mi hermana y yo teníamos un poco mas de resistencia que los demás, aún así por la falta de comida y de agua esa fuerza física no nos servía para nada.

Adelgazamos muchísimo, nuestro pelo se caía, perdíamos la fuerza y teníamos mucho sueño. Estábamos exhaustos de tanto trabajar pero no lo podíamos evitar.

Las quejas eran continuas, rogábamos al cielo que esto terminara pronto de la mejor manera, tan solo queríamos ser libres otra vez.

De mi familia no recibí noticias, solo podía saber lo que le sucedía a mi hermana y encargarme de ella. Los trabajos que se le otorgaban los hacía yo por ella, no iba a permitir que se lastimara, si encontraba algo de alimento se lo daba a ella, diciéndole que yo ya había comido otra parte. Me desvivía por ella.

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