IV: Al final del día.

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Sumire no volvió a encontrarse con Boruto, ni con Mistuki. Ellos se habían retirado hacia el otro extremo del bazar. Ella, se había devuelto por otro regalo, que presentaría igualmente a la fiesta de Himawari. 

     Eran ya las 6:00 de la tarde. El Sol anunciaba su retiro atenuando su iluminación en el horizonte, oscureciendo de un azul de Prusia el cielo rumbo al este, y descubriendo tonalidades lila en las nubes. Bajo las lonas del bazar se habían encendido las linternas y los faros, preparándose todo mundo para la caída de la noche. Sumire, con dos obsequios y sus respectivas cajas para envolver, sólo tenía pendiente la compra de una prenda distinta y más formal para ponerse al día siguiente. Continuó avanzando a través de los puestos hasta topar con el lugar esperado: un establecimiento techado, proveedor de prendas femeninas de ocasión. Sin tener entonces una idea exacta de lo que iba a comprar, ingresó.

     Dentro era un mundo distinto a lo que encontraba con los puestos ambulantes del bazar. Apenas cruzó  el marco del portón, encontró expuestos tras cristal decenas de modelos en maniquíes. Fue al momento de admirarlos que Sumire recibió la intervención de una de las trabajadoras.

          —Buenas tardes. ¿Te puedo ayudar en algo? ¿Buscabas algún modelo en especial?

          —Bueno. Umh... Estaba interesada en un vestido... como... para mí.

          —¿Tienes referencia de una ocasión en particular?

          —Es para una fiesta.

          —¡Estupendo! Pasa, por favor. Te podemos ayudar.

     Más convencida que la misma cliente, se la llevó a trasfondo del local tomándola por el hombro, explicándole acerca de los modelos que tenían a disposición. La cita de Sumire en ese lugar se prolongó por media hora, en lo que revisó todo lo que la tienda tenía para ofrecer, y se decidía por algo.

     Salió a las 7:00, con una nueva bolsa en mano, además de sus regalos. No solo el Sol estaba a punto de desaparecer del día; el mercado se había estado levantando, y eran entonces pocos los puestos que todavía no se retiraban, pero que ya estaban a punto. Con este hecho, el sendero hacia la villa comenzó a quedar libre, y pudo caminar a través de él con una mayor libertad. Regresando a su hogar, se encontró nada menos que con ChouCohu. Ella también venía del mercado, de realizar las compras de su abastecimiento personal.

          —¡Hey, ChouChou!—llamó su atención. 

          —Sumire. ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo te ha ido?

          —Si te contara.—pensó Sumire.

          —¿De dónde vienes?

           —Oh. Acabo de salir de una tienda de ropa. Compré algo que usaré para la fiesta de Himawari.

          —¿Asistirás a la fiesta, finalmente?

          —Sí. Quedé en un compromiso con Boruto.

          —Oh, sí, sí. Sobre eso, Sumire, quiero preguntarte algo, y no es que esté asumiendo nada...

     En ese momento, a la chica se le borró la sonrisa amistosa que había mantenido desde que comenzó a hablar con ChouChou. Desde que se topó con Mitsuki, conoció lo que las voces divulgaban. Por tanto, no era difícil dilucidar sobre qué quería hablar la hija de Choji.

          —¿Es cierto que Boruto y tú...?

          —No quiero hablar sobre eso, ChouChou. Lo siento, pero prefiero reservármelo por ahora. Apenas me enteré de ese rumor esta mañana, y necesito procesarlo.

Te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora