VI: La confesión.

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—Boruto. ¿Sabes dónde está mamá?

—La vi llevándose los últimos regalos.

En cuanto Himawari se alejó, Boruto y compañía reanudaron su conversación.

La fiesta había tomado cuerpo. Sin embargo, ellos no se movían de sus lugares. Dejaron la amplitud del espacio para los amigos de Himawari, quienes lo estaban ocupando para rendir honor al estilizado balanceo por el césped (aka: bailar).

—¿Cuándo fue la última vez que Himawari hizo una fiesta?—preguntó Sarada.

—¡Uy! Tiene alrededor de cuatro años, realmente.

—¿Cuatro años?-se intrigó Sumire.—¿Hay alguna razón en particular para ello?

—Es que esa niña es complicada de entender. Cuando era más pequeña, se hacía a la mentalidad de ser humilde, de no querer destacar siendo "vanidosa". No sé si lo vio en una película o algo, pero en todo caso le dio para largo... Pásame las papas.

El tiempo siguió su curso para la fiesta, y para sus invitados. Sarada y ChouChou habían acudido con la festejada para convivir con ellas. Mientras, Mitsuki se había dispuesto a especular desde su lugar en silencio. Boruto y Sumire, por su parte, no se habían movido del sitio en el que estaban. Para cuando se dieron cuenta, los dos estaban prácticamente solos.

—¿Qué te está pareciendo la fiesta, delegada? ¿Dirías que está valiendo el que te haya traído?

Ante esa interrogante, Sumire volvió a sonrojarse, porque para ella el "que te haya traído" tenía una implicación especial: el regalo.

—Bueno... Sí. Quiero decir, la estoy pasando bien. No he tenido motivos para decir que es una mala velada.

—¿Qué me dices de las frituras?—de pronto, a Boruto se le pudo apreciar interesado en lo que preguntaba.

—Están... bien. ¿Por qué el interés?—preguntó Sumire, mientras se aproximaba a la bandeja para sostener una nueva.

—Yo las hice.

—Hmmm... ¿De verdad?—Sumire despegó la papa de entre sus labios para reiterar con voz clara—.¿De verdad?

—Sí. Dejé en la cocina todo lo que rindieron. No me digas que no las viste. Creí que merodeabas la cocina por ello.

—Oh, no. Ya te dije que lo de la cocina fue por tu calendario. Quería ver qué día caerá el 29.

—Bueno. Sólo estoy esclareciendo mi perspectiva.

Volvieron a caer en el lecho de la plática; mientras Mitsuki permanecía a la distancia, pretendiendo no escuchar nada, y las pistas de audio seguían su transcurso para deleite de los amigos de Himawari, ellos se quedaron en incómodo hiato, sin saber cómo proceder.

Después de algunos segundos contemplando a su compañera, y de hacer bailar sus dedos contra su propia rodilla, Boruto determinó algo.

—Delegada... Digo, Sumire.—se estremeció al corregirse.

—Dime.—Igualmente enervada por el hiato, Sumire reacionó.

—Tú y yo teníamos algo pendiente, ¿no? Si no mal recuerdo, acordamos una cosa hace unas horas.

—¿Uh? ¿Eh?

Sobra decir que a Sumire no le sirvió hacerse la desentendida, porque le estaba hablando de una cosa que quedó en promesa hacía poco tiempo. Tuvo que aceptar su noción.

Te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora