Capítulo 1: Una misión de otro tiempo

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Creo que a todos nos ha pasado alguna vez que decimos: "Si alguna vez construyo una máquina del tiempo, vendré a este momento para demostrarlo"; pero no pasa nada.
Hasta que, un día, a alguien no le pasó exactamente así. Pero consiguió una máquina del tiempo...


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Mientras Sara, una estudiante cualquiera (literalmente, sin nada que realmente la distinguiera o dijera para distinguiese de los demás), estaba descansando tirada en la cama, una luz empezó a brillar en mirad de su cuarto.

No era su teléfono móvil, ni ningún tipo de cosa que le perteneciera a ella, y poco a poco se hacía cada vez más brillante. Sara estaba aterrada, y había soltado el cuaderno en el que estaba dibujando para intentar protegerse con una almohada. La puerta, al otro lado de la habitación, estaba demasiado lejos como para ser una posible salida. Acababa de llegar su hora.

La luz se deshizo en una silueta; que poco a poco se perfiló para dejar ver un humano como cualquier otro, vestido con un uniforme azul oscuro. Sara aún tenía los ojos cerrados, las uñas cortas clavadas a la almohada, y la sensación de que ya casi estaba muerta.

-¿Sara Gallego?

El hombre del uniforme la miró con curiosidad, y poco a poco la chica se asomó por encima de su blandito escudo. Tenía un acento raro, tal vez inglés, pero la chica no se atrevió a abrir los ojos del todo para comprobar si el extraño tenía algún tipo de rasgo extranjero, o más bien símbolo que le delatara. (Uno de los pasatiempos de Sara era descubrir de dónde venían los coches que veía por la calle, basándose en la matrícula y otros detalles).

-Sí, soy yo... -dijo ella más confiada, lo suficiente como para apartar la almohada por completo.

-Tenemos algo importante que contarte -dijo el hombre mientras ella revisaba el uniforme, la carpeta y los dos extraños artefactos que portaba.


Un uniforme azul oscuro, con pocas marcas que realmente pudieran distinguirlo claramente. Uno de los sueños de Sara era convertirse en esa gente rara amante de la historia, que podría haber reconocido perfectamente en qué año, guerra y bando estaba luchando ese hombre; pero en realidad este caso era más complicado de lo que podría parecer.

-Después de mucha investigación hemos dado contigo -empezó a decir el hombre. Sara se planteó si echarlo de su casa, pero finalmente le ofreció asiento-, a través del tiempo.

-¿De dónde vienes?

-Del Reino Unido, como lo llamáis, del futuro. Concretamente de Inglaterra. Pero si lo prefieres, vengo de la Segunda Guerra Mundial.

Aunque a la chica no le había tocado estudiar ese tema en historia (literalmente se había librado y no iba a estudiar más relacionado con eso, hasta el próximo año), se suponía que la Segunda Guerra Mundial había acabado en... ehh... ¿1945? Eso daba igual, porque la guerra ya había acabado. Y una persona no podía venir desde el futuro para decirle que seguía en esa guerra. Directamente no podía decirle que venía del futuro.

La chica se limitó a asentir.

-Puede que te suene muy extraño, pero fuiste tú la que acabó con esa guerra. Más bien la que acabará, o la que tiene que acabarla. Vengo de un futuro en el que no lo conseguiste, pero porque nosotros no te dejamos todavía.

La mente de Sara empezó a crear mapas temporales, caminos que se pisaban unos a otros una y otra vez, y en unos segundos sintió como si la cabeza estuviera a punto de explotarle.

-Escucha, no hace falta que lo comprendas, sólo toma esto -dijo el hombre mientras le entregaba la carpeta y uno de esos artilugios-. Es una máquina del tiempo, y tanto las instrucciones como la misión están en esa carpeta.

El hombre entonces cogió el cacharro que no sujetaba la chica, apretó algunos botones, y se deshizo en una fuerte luz amarillenta. La habitación se volvió a quedar iluminada sólo por la lámpara, y Sara alcanzó la carpeta azul antes que su cuaderno de dibujos para ver qué podía contener esa cosa.

Tenía suerte de estar sola en casa, de que ese hombre ya se hubiera marchado; pero no podía pensar lo mismo de la misión que le habían encomendado unos desconocidos del futuro.
Empezar a desmoronar la guerra asesinando al Fürher (y luego fingiendo que había sido un suicidio).


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-Ayer me pasó una cosa muy rara -dijo Sara. Acababa de llegar al lugar donde se solía reunir con sus amigos en los recreos. Según la norma general, cuanto más te alejabas de la puerta del instituto y el exterior, menos normal eras. Un grupo de gente en el que podías sentirte cómodo y muy feliz, pero un grupo de gente alejada le lo normal. Extraordinarios.

La chica abrió la mochila y sacó la carpeta.

-Pensé que había sido un sueño súper raro como esos de Isa- Isabel no era la única que tenía sueños extraños entre esa gente-, pero no me desperté en todo el rato hasta esta mañana. Y la carpeta estaba donde la había dejado.

Sacó al fin dos copias sujetas por grapas, una en castellano y otra original en inglés, llenas de sellos oficiales y marcas de top secret.

-Sara, esta vez se te ha ido muchísimo la cabeza... -dijo Alejandro, un chico bajito, y Alex para los amigos.

-Podríamos haber ido a la cabaña sin ninguna excusa de utilizarla como base secreta -se rió Álvaro, que era más alto, delgado, y sobre todo el que más se preocupaba por ese grupo de gente.

Eran bastantes, pero no tardaron en hojear los documentos y llegar a la conclusión de que, por muy raro que fuera, tenían que ser oficiales.


-¿Qué haríais vosotros? -preguntó Sara preocupada. Necesitaba conocer la opinión de alguien más, pero había decidido no contarles nada a sus padres sobre el tema. No les hacía falta enterarse de que un extraño había estado en su cuarto.

-Se supone que tienes que matar a Hitler... -murmuró María mientras revisaba el documento traducido.

-No sé si lo harás, pero si tú vas voy contigo -dijo Alfonso mientras abrazaba a Sara.

-No se si deberías hacerlo. Fíjate, en este mundo no ha pasado nada... -reflexionó Isa.

-Hay una parte de los documentos sobre líneas temporales y lo que podría pasar, pero no lo entiendo muy bien. Se supone que ahora es el momento de ir al pasado y cambiarlo para que sea como siempre ha sido, y no tener más problemas en el futuro.

-Va, yo me uno -dijo Agustín-, me has convencidos con lo de tus viajes temporales.

-Pues yo voy también -dijo Alex, y se dedicaron una mirada de rivalidad el uno al otro.

Sara se colocó las gafas y reunió los papeles otra vez dentro de la carpeta.

-Esto puede ser muy peligroso. Tenemos que colarnos para matar a un líder, con todos sus mandados siguiéndonos. Y además, en el futuro, los Nazis también nos están buscando. En cualquier momento puede llegar con la Campana y matarnos a todos...

-Sara, que eso da igual -dijo Alex-. El viernes capitalista no podrá ser este; porque nos vamos.
La cita entonces ya estaba lista. En un par de días tendrían que viajar a cumplir esa misión encomendada por un misterioso hombre llegado del 2059 (que ahora Sara sabía, después de leerse los papeles).

Pero aún le quedaba leer las instrucciones de la máquina del tiempo, y tenían que ir a pedir armad al gobierno inglés antes de ponerse en marcha hacia el pasado.
En realidad había muchas más cosas por hacer...

Time travel con la Squad!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora