Capítulo 9: No necesitas dos ojos para ser francotirador

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Cuando una chica amenaza con torturarte hasta la muerte no puede ir en serio. Pero ese recreo no iba a poder pasarlo comentando la noticia de que ya iban en su búsqueda con sus amigos.

Alba había sido demasiado amable al ofrecerle beber de su agua.


-Llevaba mucho tiempo deseando hacer esto, así que iré muy despacio. Seguramente tengamos que saltarnos las clases, y no puedas salir hasta que todos hayan salido del edificio.

-¿Entonces me vas a dejar salir con vida? -le dijo Pablo Calvo Cabello, casi divertido.

-Con vida sí. Pero sin un ojo -Alba se rió.


Sacar ojos era en realidad una ardua tarea. Se tardaba un buen rato en hacerlo, y más aún si lo hacías con las herramientas a su disposición.

Ella ya lo había hecho antes, en el laboratorio de biología, y también había aprendido gracias a esa experiencia que cuando rompías el ojo salía una gelatina negra de dentro.

Alba encendió las luces. Estaban en el cuarto de la caldera, al que se accedía por unas escaleras en la parte exterior del instituto. Nadie entraba nunca allí, por lo que era un lugar perfecto para comenzar la sesión.


La chica decidió usar una cuchara que había encontrado en las clases para comenzar, y que durara más tiempo.

-Voy a ser buena y voy a dejarte elegir cuál te saco.

-El izquierdo. Es el que cierro para los francazos.

-Claro -murmuró ella, y comenzó por fin.


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Pablo Calvo Cabello tuvo sólo un poco de suerte. Había perdido un ojo, pero con el otro pudo encontrar a Sara que estaba esperando a Alba para marcharse a casa.

Llegó corriendo antes que la chica bajita, que sonreía con satisfacción, y con un ojo destrozado y lleno de gelatina negra en un tarro dentro de su mochila. Sara se asustó, pero no por su ojo porque no llegó a ver que le faltara nada tras las gafas.

-Sara, Alba está loca -dijo él muy nervioso-, necesito que me des tu máquina del tiempo para huir.

-¿Y adónde vas a ir?

-¿No es obvio? ¡A la guerra! Allí me mantendrán siempre y cuando mate gente de Kosovo y sobreviva a los bombardeos. No será muy difícil teniendo la máquina.

Sara lo pensó. Esa misma mañana había salido la noticia de que iban a investigarles, y la máquina del tiempo era una prueba contundente de que ellos podrían haber sido los responsables del asesinato de Donald Trump. Además, el que había lanzado la carretilla era Pablo Calvo Cabello.

-Está bien. Mañana en clase te la doy.

-¡No, por favor! Bájamela esta tarde.

-Vale, vale -dijo ella, justo antes de sonreír a Alba que acababa de llegar para emprender el camino de vuelta a casa.


Esa tarde Sara bajó para entregarle a Pablo Calvo Cabello toda prueba que tuviera que ver con los viajes en el tiempo y diversos asesinatos. La chica se libró por din de toda la carga que, durante meses, había llevado gracias a un inglés con uniforme de otra línea temporal.

Si encontraban al asesino de Trump, al menos sólo encontrarían a uno de ellos. Los que mataron a Adolf Hitler, Slobodan Pralja y Francisco Fernando seguirían siendo libres, y nadie más lo sabría.


Eso les explicó Sara a sus compañeros en el siguiente recreo.

Y aunque todos se habían quitado también un peso de encima después de saber que el chico al que buscaba el gobierno se había alejado de ellos, Sara estaba un poco apenada por haber perdido el teletransportador.

Al final no había podido usarlo para ir a Islandia; pero estaba en un lugar incluso mejor: sana y salva con su squad.

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Time travel con la Squad!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora