Capítulo 5

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Mi cabeza, es tan doloroso. Me levanté de la cama y me toqué fuertemente la cabeza, ¿Fue sólo un sueño? Pasé las manos alrededor de mí, sin abrir mis ojos. ¡Oh gracias a Dios que fue un sueño!

Lentamente abrí los ojos y me llevé la gran sorpresa de que no estaba en mi habitación del campus, si no que me encontraba en un cuarto, abrí los ojos con expectación, éste era espacioso y todo estaba acomodado perfectamente. Traté de levantarme, sin embargo fue difícil porque nuevamente mi cabeza se sentía a punto de explotar. ―Es mejor que te quedes acostada. ― escuché una voz gruesa, llegar a mi derecha. Me estremecí con temor y voltee lentamente hacia dónde éste estaba sentado en una silla.

Él no es el chico de ayer. Tenía ojos azules realmente brillantes y éste se veía mucho más joven que el hombre que me encontré el día de ayer, no era el rubio, ni tampoco aquel que quiso forzarme a besarlo. ¡Éste era un completo extraño! Por lo tanto, no entendía por qué estaba sentado enfrente de mí, mirándome.

― ¿Quién eres? ¿Por qué me has traído aquí? ― Lo fulminé con la mirada. Éste esbozó una sonrisa llena de satisfacción cuando me toqué nuevamente la cabeza por el dolor.

―No soy el indicado para explicártelo. ― murmuró y entonces su celular emitió un sonido. ¡Mi celular! Traté de buscarlo a mí alrededor, sin embargo yo me encontraba con otra ropa a la que tenía la noche anterior. ― Sí me disculpas. ― murmuró contestando su celular. Mientras éste permanecía callado, escuchando lo que la persona que le había llamado estaba diciendo, comencé a buscar una manera de escapar rápidamente de dicho lugar. Miré a mis alrededores y lo único que había para salir era una puerta y un largo ventanal que estaba a mi derecha. Sin embargo éste estaba alto y delgado, no estaba a mi alcance y probablemente acostada sí pudiera pasar por ahí y salir de aquí cuanto antes. ―Ya ha despertado. ― escuché, y lo miré, éste estaba mirándome seriamente, lo que me hizo estremecer. ―Entendido. ― colgó. ―Bueno, al parecer. ― dijo acercándose al sillón que estaba justo enfrente de mí, en dónde había una bolsa de compras. ― Llegó la hora de que te encuentres con la persona que te trajo aquí, así que cámbiate rápido. ― puso la bolsa de compras en la cama y se dio la vuelta.

―No quiero. ― murmuré con rabia, me crucé de brazos. No quiero salir de aquí, porque así no tendría idea de dónde me llevarían y probablemente no pueda escapar más. Así que prefería quedarme aquí, en dónde ya había visualizado un plan de escape por medio de ese ventanal.

Éste chico se volteó con sorpresa hacia mí y entonces negué con la cabeza, mirando hacia un lado. No quería encontrarme con sus ojos, que me dejaban nerviosa. ―Sí no te cambias, me veré obligado a hacerlo por ti. ― alcé la mirada hacia él con los ojos abiertos y éste ya estaba abriendo la bolsa que estaba en la cama.

¡No! ―No lo harías. ― ¿o tal vez sí? No conozco a éste hombre, que aunque parece más condescendiente que el otro pervertido, no puedo negar que éste parecía tener una vibra más amigable, si no fuera por dichas circunstancias probablemente no le tendría miedo si lo viera caminar por la calle.

Se acercó a mí con las prendas en las manos. ―Ordenes, son órdenes.

Retrocedí en la cama evitando que éste quedara cerca de mí, y entonces tomé a duras penas las prendas que tenía en las manos, no quería que me tocara, no sabía quién era y sobretodo sí éste me había secuestrado jamás se lo perdonaría. ―Déjame sola. ― murmuré cerca de su cara, puesto que él se había acercado bastante a mí para poder tocarme y cambiarme de ropa.

Éste puso los ojos en blanco y se alejó de mí para ponerse de espaldas. ―Tengo que vigilarte, no creas que lo hago con gusto. ― alcé la ceja confusa.

Mi perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora