Prólogo

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Justin tiró su sombrero a un costado de él y pasó sus manos con desesperación por su cabello. ¿Quién diría que en menos de un año su vida se convertiría en un desastre colosal? Esther soltó un ladrido haciendo que su dueño se girara a verla.

¿Que sucede, E? La perrita se paró en la ventana de la camioneta y comenzó a ladrar hacia afuera. Ya sé que detestas las tormentas, E... pero ya llegáremos a casa.

Justin se colocó un cigarrillo en sus labios y justo cuando estaba por encenderlo, simplemente negó y lo arrojó por la ventana. Había dejado ese hábito cuando su padre murió y no pensaba volver a eso. Por más que su vida se estuviera yendo por el retrete, tenía suficiente autocontrol como para volver a caer en la nicotina.

Un mes.

Tenía tan solo un mes para juntar 700 mil dólares en efectivo, o quedaría en la calle.

¿Sabes algo, Esther? Justin acarició la cabeza de su perrita. Técnicamente tan solo nos falta 690 mil dólares, creo que vamos progresando. Después de todo, tenemos 31 días para juntar el resto.

Justin suspiró mientras su mente trataba de ingeniar una idea para juntar el resto del dinero. Acababa de vender un tercio de todo el ganado que tenía, pero aún así eso no bastaba. Incluso había estado ayudándole a sus vecinos a vacunar animales, pero fue incapaz de cobrarles algo ya que sabía que esas personas apenas tenían dinero para vivir.

Las cuentas estaban casi asfixiándolo, sentía que si llegaba a ver otra correspondencia más del banco iba a quebrarse y terminaría llorando por toda la carga que venía aguantando desde hace meses. La presión de la situación estaba a punto de acabar con él y Justin no tenía idea siquiera de por dónde empezar a solucionar sus problemas. Toda esta situación iba a hacer que colapse tarde o temprano.

En ese momento una idea llegó a la mente de Justin. Mierda, por qué no había pensado en eso antes — se dijo. La estancia de sus padres, que alguna vez habían pertenecido a sus abuelos y sus bisabuelos (y así sucesivamente) tenía cientos de hectáreas de extensión, estaba seguro de que si vendía un par su madre no se daría cuenta. ¡Ya tenía una parte solucionada!

¡Justin Drew Bieber que demonios estás pensando! La voz de su padre le gritó en su cabeza. ¡Si vendes alguna parte, aunque sea una sola hectárea, volveré de la muerte para cortarte en pedazos y prenderte fuego! ¿Escuchaste?

Justin suspiró. Su padre lo único que hacía últimamente era recriminarle cada una de sus ideas, ¿Pero acaso él brindaba alguna idea de cómo podían hacer para salir de este desastre?

Si papá, cómo tu digas — Bufó poniendo los ojos en blanco.

— ¿Qué dijiste? ¡Habla más fuerte, muchacho!

Justin se puso firme y sostuvo el volante de la camioneta con fuerza, temiendo que el espíritu de su padre lo golpeara en la cabeza como solía hacer siempre cuando estaba vivo.

Ray Bieber rió al ver lo asustado que estaba su hijo.

— ¿Sabes algo, Drew? Tendrías que ir a un psiquiatra.

No tengo dinero para pagar una consulta, te recuerdo que perdiste todo nuestro dinero.

Ray suspiró, a veces lamentaba todas sus malas decisiones, pero la culpa lo carcomía al ver como la salud de su hijo — tanto física como mental — parecía estar decayendo cada vez más con el paso de los meses.

Lo sé, pero créeme que no es normal que escuches a tu viejo padre muerto en tu cabeza.

Justin rodó los ojos. Por supuesto que sabía que tenía que ir a terapia urgentemente, lo supo desde el momento que estaba volviendo del funeral de su padre y comenzó a escuchar su voz en su cabeza. Por un momento pensó que había perdido la cabeza, y tal vez era lo que efectivamente estaba sucediendo, pero con el paso de los meses se acostumbró a escuchar a su padre hablarle en cualquier momento. Nadie más sabía de eso, pero en el fondo se sentía justo como cuando era niño; él hacía alguna travesura y su padre jamás se lo contaba a su madre, era como un pequeño secreto que ambos compartían. Y estaba demasiado estresado y preocupado como para recordar que estaba perdiendo la cordura.

Get Me BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora