Vivimos en un país donde tener superpoderes es algo absolutamente normal, sin embargo, hay personas que tienen un Quirk extraordinario, pero también hay otras que son patéticos, incluso algunas/os nacieron sin un Quirk.
—¡_______! Ven a ayudarnos un poco.
—¿Otra vez? Que fastidioso.— Dije levantándome de mi pupitre, estudio en un instituto común y corriente, clases normales y aburridas como siempre.
Me piden ayuda ya que mi Quirk, es bastante raro.. bueno, ha decir verdad ni siquiera lo que despertado, jalar otra vez cajas para nuestro patético club de fotografías.
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Le hecho un vistazo a cómo está quedando y vaya que estamos pobres aún. Escucho la campana, las clases por fin terminaron.
Ordenó un poco nuestro cuarto del club, y queda más o menos limpio, me dirijo a mi salón, soy la última aquí, como siempre, no soy ni la popular pero tampoco la nerd de la clase.
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—¿Todos se fueron ya..?— Dije bajando las escaleras mientras observaba para todos lados.
Mire la hora de mi celular. ¡Las tres y treinta tres! ¡Es demasiado tarde!
Bajo corriendo las escaleras que sobran hasta llegar a la puerta principal.
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