Noches Largas

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Luego de conseguir su número hablábamos por horas, el día entero si se podía. Podría estar muy ocupado o ella muy ocupada, pero eso no era un obstáculo para hablar, siempre encontrábamos manera. Así fuese robándole internet a su tía. Pasó el tiempo y como quien no quiere la cosa se fueron pasando los meses, 2 para ser exactos, la llamaba todos los días por la noche, a veces a las 9:00 otras a las 10:00, para preguntarle cómo había estado su día, para saber cómo estaba y para hablar tonterías, recuerdo claramente cuando decía "me avisas cuando sean las 10:00 para irme a dormir, porque siempre me acuesto tarde por tu culpa". Yo nunca le avisaba, sabía que eran las 10:00 pero quería seguir hablando, se sentía tan bien poder hablar con alguien de tantas cosas que pasan por tu mente y que no te diga "estás loco" o cualquier otra cosa, era excelente porque finalmente había encontrado a alguien con un nivel de pensamiento parecido al mío, alguien con quien podía hablar sin tener barreras porque sabía que así ella no supiera de lo que hablaba, me escuchaba, en ese punto fue cuando me di cuenta de que no era "alguien". Era ella, en su máxima expresión, ELLA. Largas conversaciones de literatura y Shakespeare, algunas resultaban frustrantes porque yo siempre quería imponer mi manera de pensar de las cosas (en realidad solo lo hacía para molestarla, me encanta cuando saca esa parte tan inteligente con tantos argumentos sólidos que ni el mismísimo Shakespeare podría decir).
Pasaban los días y seguía todo muy bien, me gustaba mucho, ya no había vuelta atrás. Suelo ser de esas personas que normalmente quieren saber si son correspondidos o no. Que siempre pregunta y le gusta que le digan las cosas claras, me gusta un "SI" o "NO" con contundencia. Le pregunté sin muchos rodeos que era lo que quería conmigo, a lo que ella respondió con mucha sabiduría: "yo no quiero nada con nadie, yo quiero estar sola porque creo que es momento de darme mi tiempo" no voy a negar que me desanimo, pero decidí respetar esa decisión porque ¿quien era yo para decirle que hacer? Aún nadie en su vida. Pero algo estaba muy claro, debía hacer algo al respecto para que esa opinión cambiara. Y la única manera era demostrándole que aún así no queriendo a nadie yo iba a estar allí, hablándole de cualquier cosa, sabiendo cómo estaba, escuchándola. Es decir, haciéndome presente en su vida. Más de una vez sentí celos, porque ella era libre y tenía a gran cantidad de pretendientes (aún los tiene) pero me reconfortaba el hecho de que ella no es como el resto, si eres común, la vas aburrir. Por esa razón mantenía la calma y hacía caso omiso a comentarios como: "que hermosa eres" ; "me encantas", que en un principio me desequilibraron pero luego de pensar y meditar todo muy bien eran solo personas en busca de algo que ya yo tenía, su atención.
Había logrado lo que me había propuesto sin siquiera tener que intentarlo, había hablado con ella, y ya teníamos una especie de lazo, me contó cosas que a nadie más, hablábamos de temas profundos. Que (al menos yo) nunca había hablado con nadie más. Luego de todo esto pasaría algo que definitivamente me dejó desequilibrado... pero dejemos la prisa, el próximo capitulo te espera

TAn TIerna pero cruel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora