: catorce :

19.4K 1.5K 238
                                    



me removí en la cama, chocando contra algo y sintiendo una fuerte punzada en mi cabeza ante aquello. abrí lentamente mis ojos, encontrándome con el pecho desnudo de Toby, para luego bajar un poco más y lograr ver sus abdominales semi-marcados.

vaya.

estás bueno, Toby.

— oye. – murmuré, sacudiéndolo un poco para que me soltase. él simplemente soltó un quejido, apretando el agarre de su brazo a mi cintura y acercándome a su cuerpo. – Toby, suelta...

— duérmete, Bonnie... — me respondió, aun con los ojos cerrados.

— debo ir a casa. – volví a decir, él soltó un suspiro, finalmente abriendo sus ojos y dejándome ver aquel lindo verde.

— buenos días. – murmuró y yo suspiré, soltando una pequeña risa al ver cómo se tallaba uno de sus ojos, luciendo realmente tierno. – ay, que flojera. – volvió a decir, antes de tirar de mí para subirme encima de él.

— oye, ¿qué hac-...? – me vi interrumpida al notar la cercanía entre ambos rostros. a lo que me sonrojé y pude notar que Toby estaba igual que yo. me aparté con rapidez de allí, parándome sobre su alfombra y estirándome, al mismo tiempo que él.

— te ves bien en mi camisa. – murmuró y logré ver lo que llevaba puesto. en realidad estaba bastante cómoda, no iba a devolvérsela.

— gracias, lo sé. – respondí con una sonrisa, antes de buscar con mi mirada mi ropa por algún lado de la habitación.

— no está aquí. – habló Toby al notar que buscaba mi ropa. – está en la lavadora, si te preocupa mamá ella no llegará pronto.

es tan tierno que llame mamá a Jenna.

— ¿quieres usar otra de mis camisetas? – preguntó y yo asentí rápidamente. él soltó una pequeña risa y me tendió una celeste que seguro me quedaría larga. me quedé mirándolo y alzó una ceja sin entender.

— agradecería si te fueras. – hablé, mirando la camiseta con curiosidad.

— anoche yo te coloqué esa camisa. – dijo, señalando la prenda que yo estaba usando en aquel momento y me sonrojé hasta las orejas. – y te cargué. – rodé los ojos. él sonrió ampliamente antes de tomar el manojo de la puerta. – lindo sostén rosa.

— ¡estúpido! – grité, escuchando sus risas en el pasillo luego de salir de la habitación.

me coloqué rápidamente su camiseta, mirándome en su espejo y robándole de paso unos calcetines. no pude evitar notar que tenían el mismo olor que su chaqueta, por lo que me llevé su camisa a la nariz y la olfateé.

seguro parecía una acosadora, pero me agradaba el aroma que tenía Toby.

salí de su habitación y bajé las escaleras, caminando hasta la cocina y sosteniendo su camisa blanca.

— ¿me la puedo quedar? – pregunté en tono tierno, mientras me sentaba en la encimera de la cocina. él asintió con una pequeña sonrisa en sus labios.

— claro, enana. – extendió su brazo y me sacudió el cabello a lo que solté unas pequeñas risas.

cuándo el desayuno estuvo listo, él lo dejó sobre la mesa, comencé a comer mis waffles con jarabe cómo si nunca antes los hubiera probado.

al terminar, llevé los platos hacia la cocina y los lavé en cuestión de segundos. pude ver que Toby salía del lavadero con mi ropa en sus brazos.

— Bonnie, quiero hablar contigo. – murmuró, luego de terminar de doblar mi falda y blusa, sentándose en el sofá y dando palmaditas en el lugar a su lado.

— dime. – respondí, mirándolo con atención.

— ayer, no sé si tú lo recuerdes... — suspiró y yo alcé una ceja. – pero tú dijiste algo cómo "tú tienes que besarte con el plástico, suéltame". – el color fue a mis mejillas al escucharlo decir eso.

soy tremenda pelotuda.

— con plástico, ¿te referías a Madison? – solté un quejido ante su pregunta, jugueteando con mis dedos y tratando de evadir el tema. – Bonnie, contéstame por favor. – negué con la cabeza. – Bonn-...

— ¡sí! – respondí, cerrando mis ojos con fuerza. – sí, el plástico es ella.

— ¿y por qué le llamas así? – preguntó y yo alcé las cejas. – digo, sé que es un plástico y todo eso, pero...

— ¿estás buscando que me vaya de tu casa? – hablé, sin poder creerme lo que estaba diciendo. de inmediato negó frenéticamente con la cabeza y suspiré.

— ¿puedo saber por qué la odias tanto?

— porque ella me odia. – respondí, evadiendo la parte de que ODIO con todo mi ser que esté cerca de ti, Toby.

— entonces, ¿se odian mutuamente? – asentí con la cabeza.

— y me da náuseas que te juntes con ella, ¿sabes? – alzó las cejas, sonriendo. – no son celos, no me veas así. – mentí.

— no iba a decir nada. – se defendió, alzando las manos y poniéndolas a los lados de su cabeza.

suspiré y me levanté del sofá, tomando mi ropa y la camisa que le había robado a Toby.

— nos vemos luego. – le dije, antes de darle un beso en la mejilla, pudiendo notar cómo ésta se ruborizaba. caminé hasta la puerta de la casa y abrí ésta, terminando por salir y caminar a la mía, unos pasos más.

al entrar, no divisé a nadie, por lo que simplemente subí rápidamente las escaleras hasta mi habitación, pasando por la de mamá y Albert, ambos dormían cómo osos, sin importarle que yo hubiera pasado la noche durmiendo abrazada a Toby.

ay dios, que vergonzoso.

me dejé caer en mi cama, recordando cómo me había sostenido entre sus brazos, a decir verdad, recordaba cada detalle de aquella noche.

sí, también cuándo preguntó si yo estaba celosa y lo negué.

me mordí el labio con fuerza, evitando soltar un chillido al recordar todo, mientras una rara sensación de cosas moviéndose se instalaba en mi estómago.

¿mariposas? nah.

seguro tengo parásitos.

de nada c;

Hola, Bonnie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora